jueves, 22 de enero de 2009

Antisionismo, sí es antisemitismo





Se ha dicho una y mil veces: la crítica a Israel no le convierte a uno en antisemita. Siempre y cuando uno no sea como los cientos de antiisraelíes que se concentraron a finales de diciembre en Fort Lauderdale (Florida) para protestar por la intervención israelí en la Franja de Gaza: como sus pancartas y consignas dejaban bien a las claras, no sólo se oponían a las políticas del Estado judío.

Y es que corearon proclamas como "Bombardeemos Israel con armas nucleares" y exhibieron pancartas en las que se acusaba a Israel de perpetrar una "limpieza étnica" y se podían leer cosas como ésta: "¿Tomó nota Israel del Holocausto? Feliz Janucá". En un momento dado, uno de ellos espetó a la decena de partidarios de Israel que se concentraron en la acera de enfrente: "¡Asesinos! ¡Volved a los hornos! ¡Necesitáis uno bien grande!".

El conflicto árabe-israelí levanta fuertes pasiones, y la frontera que separa la desaprobación legítima de Israel del antisemitismo puede que no siempre se distinga con nitidez. Ahora, cuando alguien urge a los judíos a "volver a los hornos", está claro que la raya ha quedado muy muy atrás.
La página web danesa Snaphanen reprodujo recientemente un pasquín repartido en la plaza donde tiene su sede el ayuntamiento de Copenhague. "Paz con Israel, ¡nunca! ¡Matemos al pueblo de Israel!", decía en una cara; y, en la otra, lo que sigue: "¡Hay que matar a los judíos en cualquier parte del mundo! Paz con los judíos, jamás. Simplemente, hay que matarlos estén donde estén". La ortografía del panfleto dejaba mucho que desear, pero su exaltación del antisemitismo genocida no podría ser más diáfana.

Lo mismo cabe decir de lo que se pudo escuchar en Ámsterdam en Año Nuevo, durante una manifestación antiisraelí: "¡Hamás! ¡Hamás! ¡Los judíos al gas!". En Bélgica, simpatizantes de la referida organización terrorista quemaron banderas israelíes y menorás y pintaron esvásticas en tiendas propiedad de judíos. La consigna aireada en las manifestaciones de Boston, Los Ángeles y Vancouver fue sólo un poco menos vil: "Palestina será libre desde el río [Jordán] hasta el mar", que es lo mismo que dice Mahmud Ahmadineyad con otras palabras: hay que borrar a Israel del mapa.

Digámoslo por centesimoprimera vez: los comentarios negativos sobre Israel no tienen por qué ser expresión de prejuicios raciales. Israel no es más inmune a las críticas que los demás países. Pero se necesita padecer de ceguera voluntaria para no ver que el antisionismo de hoy, el rechazo a la existencia de Israel, a la idea de que el pueblo judío tiene derecho a dotarse de un Estado, no es más que el collar nuevo del viejo antisemitismo.

El odio a los judíos siempre ha sido proteico, se ha adaptado a las circunstancias de cada momento. Ha habido épocas en que a los judíos se les ha puesto en la diana por motivos religiosos: se les ha acusado –hasta el punto de la satanización– de asesinar a Cristo y de ser enemigos de la fe verdadera. Otras veces se les ha visto como desleal quinta columna que había de ser reprimida o expulsada, o como una raza degenerada que debía ser exterminada. En nuestros días, el odio a los judíos se expresa de manera aplastante en términos nacionales: es el Estado judío lo que obsesiona a los racistas.

Como ha escrito la columnista británica Melanie Phillips, el antisemitismo primero fue a por la religión de los judíos, luego a por los individuos judíos y ahora a por el Estado de los judíos.La afirmación de que el antisionismo no tiene nada que ver con la intolerancia no se sostiene. ¿Se imagina a alguien proclamar con vehemencia que Irlanda no tiene derecho a existir, que el nacionalismo irlandés es una variedad del racismo y que quienes asesinan a irlandeses son en realidad víctimas dignas de la simpatía del mundo? ¿Quién entendería esas filípicas como algo distinto al odio a lo irlandés? ¿Quién diría que sus propaladores no albergan prejuicios antiirlandeses?

Por eso, quienes demonizan y deslegitiman a Israel, quienes proclaman que el mundo sería mejor si ese Estado no existiera, quienes ensalzan o simpatizan con sus enemigos mortales, quienes lo equiparan con la Alemania nazi y la Sudáfrica del apartheid o le atribuyen crímenes que no sólo no ha cometido sino que sufre, esa gente, sí, es antisemita, tanto si lo reconoce como si no.
¿Se puede criticar a Israel? Que sí, claro que sí. Pero quienes lo critican con estridencia por la guerra que libra contra Hamás se están alineando con los más virulentos fanáticos antijudíos.
Pueden decirse a sí mismos que eso no les convierte en antisemitas, pero se equivocan. "Cuando la gente critica a los sionistas –decía Martin Luther King en 1968–, en realidad están pensando en los judíos. Son antisemitas".


JEFF JACOBY, columnista del Boston Globe.

Fuente: Libertad Digital

sábado, 17 de enero de 2009

Defender a Israel de la mentira




"La paz con Israel es contraria a la ley islámica"
Ahmed Yasín, Fundador de Hamás


El más devastador bombardeo que sufren los judíos, y la más poderosa arma de la que disponen los terroristas de Hamás en su confesa y genocida pretensión de acabar con el Estado de Israel, es la mentira; una mentira que, más que los terroristas, propagan en su favor quienes niegan al Estado judío la legitimidad para defenderse, u ocultan la criminal táctica de Hamás de utilizar a civiles palestinos como escudos humanos, o engañan a la opinión pública respecto al objetivo defensivo de Israel al denigrar como "desproporcionada" su reacción militar; o cuando, en el colmo de la impostura, tachan directamente a la única democracia de Oriente Próximo de "genocida".

Es por ello por lo que quiero que este articulo sea tanto una muestra de apoyo a la manifestación que la Asociación Solidaridad España-Israel celebrará este domingo en Madrid, como de elogio al título escogido para su convocatoria:
"En defensa de Israel, contra la mentira y contra el terrorismo".

Como señalábamos, uno de los ardides, aparentemente más razonables, de los que hace uso esta mentira es la de considerar "desproporcionada" la reacción militar de Israel que, tan cierta como involuntariamente, está provocando victimas inocentes entre los palestinos de Gaza.
¿Qué consideran los críticos de Israel que hubiera sido "proporcionado" a la hora de responder a esos criminales y silenciados bombardeos que, de manera continua, sistemática y en fragante incumplimiento de un anterior alto el fuego, sufre de manera indiscriminada la población judía? ¿Responder, acaso, con una oferta de "diálogo"? ¿Matar proporcionalmente y, por tanto, de manera deliberada el mismo número de civiles palestinos que el de los judíos que habían sido previa y deliberadamente asesinados por parte de Hamás?

El objetivo de Israel, sin embargo, no es ése, sino acabar con la posibilidad de que Hamás pueda desde territorio vecino seguir ejecutando su antisemita programa de exterminio.
Nadie mejor que las autoridades israelíes saben que la muerte de palestinos inocentes, al margen de otras consideraciones morales, obstaculizan su objetivo militar. Es por ello por lo que tratan de minimizar al máximo la muerte de inocentes en sus operaciones militares.

Lo que no es, ciertamente, "proporcionado" es que mientras las autoridades israelíes alejan lo más posible sus áreas militares de los centros de su población civil, a la que dotan de los más efectivos medios de protección, los terroristas de Hamás instalen deliberadamente sus centros de mando y sus arsenales militares en los sótanos de edificios, hospitales, escuelas y mezquitas.

Como ha reconocido, en parte, el ministro de Exteriores de la ANP, Riad El Malki, en una entrevista en La Vanguardia, "a Hamás no le importa la muerte de mil palestinos, de diez mil o el exterminio". Tampoco le importa la creación de un Estado palestino, sino "ampliar el control del movimiento internacional de los Hermanos Musulmanes y crear un califato islámico que se extendería a Egipto y a Jordania".

Aunque los representantes de la ANP tampoco es que hayan sido tradicionalmente ejemplos de desvelo por la suerte de su propia población, lo cierto es que un cada vez mayor número de palestinos aspira a una paz justa y duradera con Israel. Muchos de ellos, han sido, de hecho, asesinados por Hamás.

A todos ellos extiendo mi solidaridad. Aunque considere igualmente lamentables todas las muertes de inocentes, la distinción y la expresión de "daños colaterales", lejos de parecerme odiosa, me parece esencial para el enjuiciamiento moral de una guerra que, con todos sus horrores, a veces es obligado librar por la paz.

Guillermo Dupuy

Fuente: Libertad Digital

sábado, 10 de enero de 2009

En Israel lloramos por Curiel




Para todos los paniaguados y curieles escapados del zoo

Por Gustavo.D.Perednik

Quienes acusan a Hamas de la guerra en Gaza ya no son sólo Canadá, Chequia, Alemania y otros países amigos, sino los palestinos mismos, o esa parte de ellos que no quieren vivir bajo un régimen que amputa las manos de quien roba.

Mientras escribo estas líneas escucho por la radio que la Autoridad Palestina da su bienvenida a la propuesta de cese de fuego de la ONU (9-1-09), y pide a Hamas que deje de usar cínicamente la sangre inocente de palestinos.

Sí, leyó bien el lector: quienes acusan a Hamas de la guerra en Gaza ya no son sólo Canadá, Chequia, Alemania, y otros países amigos, sino los palestinos mismos, o esa parte de ellos que no quieren vivir bajo un régimen que ampute las manos de quien robe, decapite a herejes, azote a quien beba alcohol, permita golpear a las mujeres y asesine a quien se desvíe de las normas sexuales del Islam.

Son los palestinos que quieren vivir en un Estado independiente, laico y en paz, quienes rechazan seguir acusando a Israel de todos los males, y piden que se detengan… los misiles de Hamas contra nuestra población civil, judía y árabe por igual.

Lo primero que cruza mi cabeza es: y si los mismísimos palestinos laicos rechazan a Hamas, ¿quién, además de los fundamentalistas islámicos, saldrán en su defensa? Los neonazis, seguramente. Y luego están quienes como Enrique Curiel hacen comentarios a mi juicio judeofóbicos. ¿Cómo hará para defender a Hamas y a los diez mil misiles que lanzó durante ocho años (y sigue lanzando hasta hoy) contra los civiles israelíes, mientras dicho grupo terrorista pregonaba (y sigue pregonando hasta hoy) la obligatoriedad de matar a todos los israelies? Pues, en primer lugar, niega el Holocausto.

Quien compare todo conflicto entre dos grupos armados, cualquier conflicto, con el asesinato sádico y sistemático de seis millones de judíos atrapados en Europa, niega el Holocausto por banalización.Si el hecho de que Israel se defienda de Hamas es equiparable al genocidio nazi, entonces, lector, no hubo Holocausto. Su segundo paso es más habitual: mentir, y mentir sin vergüenza sobre las metas de Israel, sobre los discursos de sus líderes.
No menciona que Albert Einstein fue un gran y activo sionista, y que así lo dejó registrado en sus acciones y en su obra escrita. En vez de ello, inventa que Ben Gurión “quería construir un Gran Israel”.

La mentira continúa. ¿Cuál es el objetivo de Israel? ¿Defenderse de Hamas? No, no podría ser porque los judíos somos crueles. Según Curiel, nuestra meta es “expulsar a los palestinos de su tierra”. Qué extraño, responde la lógica. Además de no haberse enunciado nunca, si esa fuera nuestra meta oculta, podríamos preguntar cómo nuestro poderoso ejército no lo haya logrado.

No sólo no los expulsamos, sino que la población palestina ha crecido a las tasas más altas, y se ha constituido, gracias a Israel, en la única población árabe del Oriente Medio con libertad de expresión, jueces, partidos, prensa y diputados libres.
¿A quién exactamente queremos expulsar? ¿Sabe usted que el único que sostiene que se debe “echar al mar” a una población de millones, es precisamente Hamas? Le recomiendo que, en vez de dar rienda suelta a su odio, sencillamente lea la plataforma de esa agrupación y los discursos de sus líderes. A diferencia de usted, ellos no ocultan nada.

Uno de ellos, su lamentadísimo mártir Nizar Rayyan, mandó a uno de sus hijos a suicidarse para matar niños judíos, y pedía la eliminación de todos los hebreos dondequiera se hallaren.
Rayyan, un bendito como el jeque Yassin, llegó a presumir de ser el inventor de usar a mujeres y niños como escudos humanos.

Tercer método del susodicho: volcar sus cocodrilescas “lágrimas por Gaza”, sin nunca esbozar siquiera un sollozo menor por alguno de los centenares de niños israelíes asesinados por Hamas en nuestras escuelas o en fiestas de cumpleaños, ni por alguno de los centenares de adolescentes acribillados en discotecas o escuelas talmúdicas sólo por ser judíos. Llore un poco por toda la humanidad, señor Curiel, y podremos creerle un poquito cuando llore por Gaza.

La verdad dista sideralmente de su propaganda. La contraofensiva israelí se ha lanzado con el apoyo de todos los sectores de la sociedad hebrea, debido a que ocho años de misiles de Hamas colmaron nuestras posibilidades de seguir aguantando. A Curiel nunca le perturba ninguna agresión antiisraelí; a una buena parte de la prensa española tampoco. Se llenan la boca de insultos contra la sociedad más libre y democrática de la región, y agotan todos los gestos de comprensión para con los sectores más retrógrados del planeta. Pobres mentirosos. Da ganas de llorar por ellos.

Fuente: Asociación Galega Amizade con Israel
Publicado en Xornal de Galicia
10.01.09sábado 10 de enero de 2009

Hay que liberar a los palestinos de Hamas




A todos los paniaguados y demás tarugos del mundo.

Por BERNARD-HENRI LEVY

Dado que no soy un experto militar, me abstendré de juzgar si los bombardeos israelíes de Gaza habrían podido ser más precisos y menos mortíferos.Dado que, desde hace décadas, jamás pude distinguir entre buenos y malos muertos o, como decía Albert Camus, entre «víctimas sospechosas» y «verdugos privilegiados», también yo me siento horrorizado antes las imágenes de los niños palestinos asesinados.Dicho esto y teniendo además en cuenta que un viento de locura parece haberse instalado en algunos medios de comunicación, una vez más y como siempre cuando se trata de Israel, me gustaría recordar algunos hechos:

1.
Ningún gobierno del mundo, ningún otro país más que este vilipendiado Israel, arrastrado por el fango y demonizado, habría tolerado ver miles de obuses caer, durante años, sobre sus ciudades. Y por lo tanto, lo más importante del caso, el auténtico tema de sorpresa no es la «brutalidad» de Israel, sino su enorme moderación.

2.
El hecho de que los cohetes Qasam de Hamas y, ahora sus misiles Grad, hayan ocasionado tan pocos muertos, no demuestra que sean artesanales o inofensivos, sino que los israelíes se protegen, que viven enterrados en los sótanos de sus casas en una vida de pesadilla, siempre en vilo, siempre atentos al sonido de las sirenas y de las explosiones. Yo estuve en la ciudad israelí de Sderot y lo pude comprobar.

3.
El hecho de que, en cambio, los obuses israelíes provoquen tantas víctimas no significa, como bramaban los manifestantes de este fin de semana, que Israel se haya lanzado a una «matanza» deliberada e indiscriminada, sino que los dirigentes de Gaza optaron por la actitud inversa: exponer a su población. La vieja táctica del «escudo humano» que pone en práctica Hamas, tal y como hiciera Hizbulá hace dos años, instalando sus centros de mando, sus stocks de armas y sus búnkeres en los sótanos de edificios, hospitales, escuelas y mezquitas, es una táctica eficaz pero repugnante.

4.
Entre la actitud de unos y de otros hay, dígase lo que se quiera, una diferencia esencial y que no pueden ignorar los que quieran tener una idea justa y cabal de la tragedia y de los medios para ponerle fin: los palestinos disparan contra las ciudades, es decir contra civiles (y eso, en el derecho internacional, se llama «crimen de guerra»), mientras los israelíes apuntan a objetivos militares y ocasionan, sin quererlo, terribles daños civiles (es lo que, en lenguaje militar, se llama «daño colateral», una palabra que, a pesar de ser odiosa, remite a una auténtica disimetría estratégica y moral).

5.
Dado que hay que poner los puntos sobre las íes, es necesario recordar un hecho del que la prensa francesa apenas se hizo eco y del que, sin embargo, no conozco precedente alguno, en guerra alguna ni por parte de ningún ejército del mundo. Y es que, durante la ofensiva aérea, las unidades del Tsahal llamaban por teléfono sistemáticamente (la prensa anglosajona habla de 100.000 llamadas) a los habitantes de Gaza que vivían en los alrededores de los blancos militares, para invitarlos a evacuar el lugar. Es evidente que eso no evita la desesperación de las familias sin hogares, ni a las vidas truncadas, ni las matanzas. Pero que el hecho sea así no deja de ser un detalle significativo.

6.
Tampoco es totalmente real ni exacto el famoso bloqueo integral, impuesto a un pueblo hambriento, al que le falta de todo y que lo hunde en una crisis humanitaria sin precedentes (sic). Los convoyes humanitarios nunca dejaron de pasar hasta el comienzo de la ofensiva terrestre. Por el control de Kerem Shalom, sólo el día 2 de enero, fueron 90 los camiones de víveres y de medicinas que, según The New York Times, pudieron entrar en Gaza. Y sólo evoco, para recordárselo a algunos (porque es algo habitual, aunque, escuchando a esos tales, no lo parezca), que los hospitales israelíes siguen recibiendo y curando, todos los días y al menos hasta el momento en que yo escribo, a los heridos palestinos.

Esperemos que los combates cesen cuando antes. Y esperemos que, cuanto antes también, los comentaristas vuelvan en sí. Ese día descubrirán que Israel cometió muchos errores durante estos últimos años (ocasiones fallidas, largo rechazo a la reivindicación nacional palestina, unilateralismo), pero que los peores enemigos de los palestinos son esos dirigentes extremistas que nunca quisieron la paz, que jamás quisieron un Estado y que sólo pensaron para su pueblo en un Estado concebido como un instrumento de secuestro.

Lo demuestra la siniestra imagen de Jaled Meshaal del sábado día 27 de diciembre, que, ante la inminencia de la respuesta israelí tan deseada, sólo sabía exhortar a su «nación» a «ofrecer la sangre de más mártires». Y lo decía desde su confortable exilio, desde su cueva de Damasco.

Hoy en día, una de dos. O bien los Hermanos Musulmanes de Gaza restablecen la tregua que rompieron y, al mismo tiempo, declaran periclitada y sin efecto un acta fundacional basada en el rechazo de la «entidad sionista». En ese caso, se unirán al amplio frente del diálogo que, gracias a Dios, sigue creciendo en la zona, y vendrá la paz. O bien se obstinan en seguir viendo en el sufrimiento de los suyos únicamente un carburante para sus pasiones recocidas, su odio loco, nihilista y sin argumentos. Y en ese caso, habrá que liberar de las sombrías garras de Hamas no sólo a Israel, sino también a los palestinos.

Bernard-Henry Levy es uno de los más importantes filósofos contemporáneos.Profesor en la Universidad de Paris.

viernes, 9 de enero de 2009

A quienes comparan a Israel con los nazis






Por Yosef Levi-Sfari.
Cónsul Israelí y Portavoz de la Embajada de Israel en Uruguay
Jueves 8 enero 2009

Los últimos días vimos aparecer, en Uruguay, al lado de numerosos artículos de opinión expresando su comprensión a las causas por las que Israel se vio obligado a defender a su población, unas pocas opiniones virulentamente antiisraelíes.
La crítica a Israel o a sus políticas es completamente legítima. Es más, Israel es uno de los países en los que la polémica y la confrontación de ideas por parte de la prensa y la opinión pública están más arraigados, al punto que criticar ácidamente al gobierno de turno, sea cual fuere su signo político, hacer rodar cabezas, y "sacrificar vacas sagradas" como solemos decir en Israel, llega casi al grado de deporte nacional. Valga entonces la aclaración: no tenemos problema alguno con las críticas, y estamos dispuestos a explicarlas una a una e ir respondiéndolas sin esquivarle al meollo del asunto.

El Estado de Israel no está exento de equivocaciones ni de yerros, enfrentándonos como lo hacemos desde los albores de nuestra existencia con una realidad sumamente compleja.
Nuestro país crece y se desarrolla a pesar de un conflicto crónico, y está constantemente dispuesto a escuchar voces distintas con ideas sobre cómo manejar dicho conflicto ­que, digámoslo claramente, sólo para Israel es vital y existencial­ de la mejor manera posible, con el menor número posible de afectados, damnificados y víctimas, propias y ajenas.

Pero también están quienes pecan de miopía y observan por voluntad propia al conflicto con una mirada estrecha y falta de perspectiva, como equino con anteojeras, y que despiertan puntual e infaliblemente a la hora exacta en que el caldero rebalsa ­ni un minuto antes­ declamando de memoria la cantilena de que Israel es el único villano de la película, y compitiendo entre sí como infantes quién de ellos se llevará la palma enhebrando la mayor cantidad de epítetos, de eslogans, de lugares comunes, de insultos gratuitos, de clisés, de bajezas, de frases hechas, de viejas consignas y de comparaciones descabelladas, copiando y pegando viejos textos y desempolvando pancartas confeccionadas para alguna crisis anterior.

El ejemplo más extremo de dicho fenómeno, lo constituye la comparación de los actos de gobierno, de defensa o de guerra del Estado de Israel, con el horror de los crímenes perpetrados por los nazis. El paralelismo entre ambos, indispensable aclararlo en primer lugar, ha sido formalmente tachado de antisemitismo por la Agencia Europea de Derechos Fundamentales, organismo de la Unión Europea.

Dicha organización emitió hace unos años un documento, en el que establece que determinadas críticas al Estado de Israel, sus gobiernos o políticas, no son sino claras expresiones de neoantisemitismo, convenientemente camufladas en esta época de corrección política como un supuesto "antisionismo".
Entre ellas menciona la comparación entre las acciones israelíes y los crímenes nazis; la negación del derecho a la autodeterminación del pueblo judío, al acusar a Israel de racismo; o la aplicación de doble rasero, pretendiendo de Israel lo que no se demanda ni se exige de ningún otro país en el mundo.

Lo dicho: la Unión Europea considera a expresiones de dicho tenor, cada una de ellas, como antisemitas. Si de crítica constructiva o de argumentación sólida se tratase, nuestros detractores se expresarían sin ninguna necesidad de echar mano a comparaciones con el delito más vil cometido en la historia de la Humanidad: tal paralelismo sería en dicho caso completamente contraproducente, al crear en el oyente un antagonismo inmediato, y terminaría por debilitar irremediablemente al mejor de los argumentos.

Es que no se trata de crítica constructiva: se trata de una táctica mendaz, destinada a destruir el más mínimo denominador común y rehuir así toda posibilidad de debate coherente o de valor alguno, método cuya única finalidad es la de demonizar al Estado de Israel por motivos ideológicos. Recordemos a los que osan acudir a la comparación con los crímenes de la Alemania hitleriana ­ya que parecen adolecer de un grave problema de amnesia selectiva, aún si entre los mismos hay quienes por su edad podrían haber sido personalmente víctimas o testigos de la barbarie nazi­ los hechos descarnados: el régimen nazi (elegido democráticamente en unas elecciones populares, al igual que el régimen de Hamas) se puso como meta el exterminio cuidadosamente premeditado, planificado y sistemático del pueblo judío de la faz de la tierra, hasta el último de nosotros.

Hitler pretendió apoderarse de toda Europa camino de la conquista del mundo, en tanto sus planes satánicos se saldaron con decenas de millones de muertos en sólo 6 años, seis millones de ellos judíos inocentes, masacrados industrialmente, asfixiados en cámaras de gas, asesinados en fusilamientos masivos de familias, aldeas y ciudades enteras, quemados vivos, dejados a su suerte hasta morir de inanición, hacinamiento o enfermedades; muertos durante experimentos médicos, torturados sádicamente, todo ello hasta exterminar con esos y otros métodos una tercera parte del pueblo judío. Resulta tristemente irónico que, de haberse los nazis salido con la suya hasta las últimas consecuencias, algunos de los propios maldicientes no serían hoy más que un puñado de cenizas esparcido por alguno de los campos de exterminio.

Sus invectivas contra Israel no los hubiesen exonerado del pecado de ser judíos, ni salvado de la suerte del resto de sus hermanos. Cabe a esta altura la pregunta: ¿Por qué es sólo Israel el blanco de sus diatribas? ¿Alguien los ha escuchado vociferar contra la limpieza étnica cometida en la provincia de Darfur en Sudán, con más de medio millón de víctimas hasta hoy? ¿Elevaron nuestros criticones sus voces al cielo, comparando las ejecuciones públicas de homosexuales en Irán por sólo serlo, con la matanza de homosexuales identificados por un triángulo rosa a manos de los nazis?

Tampoco el grupo terrorista Hamas, que ganó en primer lugar las elecciones legislativas en Gaza y luego derrocó cruentamente al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Abu Mazen, apoderándose violentamente del poder de la Franja, motivó que los críticos de Israel despertaran de su voluntario letargo, a pesar de que exactamente de la misma manera fue que los nazis se apropiaron del poder, en la Alemania de 1933.

Es el mismo Hamas que instauró en Gaza una dictadura totalitaria confesional inspirada y fomentada por Irán, que prohibe toda crítica y el menor atisbo de disenso.
Es una tiranía fundamentalista, que liquidó a sus contrincantes arrojándolos al vacío desde los edificios más altos de Gaza, para inspirar terror; y que instauró el imperio de la ley islámica, por cuyo mandato son cortadas las manos de los ladrones, castrados los violadores y ejecutado todo "traidor" al camino del fanatismo.
Es el mismo Hamas que adoctrina a los niños de Gaza en el culto a la muerte desde la más tierna edad, inculcándoles un odio ciego contra Israel que les permita reclutarlos fácilmente como carne de cañón en atentados suicidas, o como escudos humanos.

A pesar de todo eso, Hamas nunca tuvo el dudoso honor de ser comparado con el régimen nazi. Y con toda razón. Porque a pesar de ser un enemigo jurado y declarado del Estado de Israel, y de avasallar los derechos fundamentales de su propia población civil y de la israelí, y de sus deleznables actos terroristas, Hamas no se aproxima siquiera remotamente a la barbarie nazi, la más estrepitosa bancarrota moral a la que haya llegado jamás el género humano: la constitución de fábricas industrializadas, perfectamente organizadas, por cuyas líneas de producción ingresaban hombres, mujeres y niños judíos, y salían convertidos en cadáveres, los que una vez arrancados sus dientes de oro, aprovechados sus cabellos para rellenar colchones y su grasa para fabricar jabón, eran reducidos a cenizas.

El propio Hamas, aún siendo acérrimo enemigo que niega el derecho a la existencia del Estado de Israel, no pretende el exterminio sistemático de sus ciudadanos, sino que llama "sólo" a la destrucción del país como entidad política y soberana.
No dejemos de decir lo que cae de maduro: la comparación del Estado de Israel con el nazismo, es una variante particularmente despreciable del negacionismo de la Shoá, y una brutal falta de respeto por las víctimas de la barbarie nazi, incluyendo los sobrevivientes que aún están con nosotros.

La comparación de Israel con los nazis, pauperiza el debate de ideas, al nivel más pueril posible: el del golpe bajo, el de atacar al objetivo cualquiera sea el precio, el de la calumnia y la injuria.

Es una forma de antisemitismo rabioso, porque no pretende en modo alguno venir en defensa de los palestinos ­en su mayor parte moderados, laicos y deseosos de alcanzar la paz, y que aborrecen de Hamas y su política de sangre y fuego no menos que nosotros­, sino que viene sólo a atacar al Estado judío. Por esa misma razón, la filípica es siempre lanzada en el momento mismo en que Israel reacciona a la agresión de turno en su contra, y nunca un minuto antes, cuando Israel es atacado, descontextualizando sus motivos, tergiversando falazmente dichos y hechos, trastrocando manipulativamente causas por consecuencias y viceversa.

Todo método dialéctico vale cuando de atacar a Israel se trata, y para eso el neoantisemita va siempre dispuesto a revolver en la herida que jamás cicatrizará: el carísimo recuerdo por los 6 millones de nuestros padres y abuelos asesinados por el mero hecho de ser judíos.
No sería posible concluir estos conceptos, sin dirigirnos a los miembros de nuestro propio pueblo que prestan con tanta facilidad su pluma a la banalización de la Shoá.
A ellos ­como a los otros­ los invitamos: siéntanse con libertad de criticar a Israel, que no está exenta de errores ni inmune a la opinión adversa.

Pero anímense a hacerlo seriamente, sumando valor agregado al debate, con argumentos que ilustren los acontecimientos. Analicen la complejidad de la situación, interésense por los hechos (por TODOS los hechos), practiquen el ejercicio de ponerse en lugar de los demás - ­de TODOS los demás -­, luego de lo cual ofrezcan alternativas, sugieran posibles soluciones, los invitamos incluso a visitar el lugar de los acontecimientos (de TODOS los acontecimientos).

En síntesis, intenten practicar la crítica constructiva; nosotros por nuestra parte, trataremos de dar respuestas a cada uno de sus alegatos e interrogantes. Las comparaciones con el nazismo, un fenómeno sin parangón, son por definición imposibles, y hablan más de quien las emplea que de sus supuestos objetos. Por favor, dejen la memoria de la Shoá en paz.

Publicado en La República de Uruguay el 7 de enero de 2009.



Principio y ley fundamental de la física:
Toda acción conlleva una reacción.
¿Israel, agresor o agredido?

jueves, 8 de enero de 2009

Por qué Israel es la víctima y los árabes los indefendibles agresores

Para desmemoriados y paladines de la distorsión histórica y demás fracasados.

1. El problema judío y su "solución"

El sionismo es un movimiento de liberación nacional, idéntico en la mayoría de los aspectos a los que los izquierdistas y progresistas de todo el mundo -casi con la única excepción de este caso- apoyan fervientemente. Lo excepcional de este caso también puede comprobarse en el otro extremo del espectro político.
Conservadores como Patrick Buchanan se oponen a los movimientos de liberación nacional bajo la influencia del marxismo y comprometidos con los métodos violentos.
Pero hacen una excepción con el de los palestinos en contra de los judíos. La oposición simultánea a una patria judía desde los dos extremos del espectro político identifica el problema para cuya solución nació el sionismo.

El "problema judío" no es más que una forma de denominar el hecho de que los judíos son el grupo étnico más odiado y perseguido de la historia.

Los fundadores sionistas creyeron que el odio contra los judíos era una consecuencia directa de su condición apátrida. En tanto los judíos fueran extranjeros en toda sociedad donde se alojaran, ellos serían vistos siempre como intrusos, su lealtad estaría bajo sospecha y la persecución continuaría. Fue el caso del capitán Alfred Dreyfus, a quien los antisemitas franceses acusaron falsamente de espionaje y que fue juzgado en Francia por traición en el siglo XIX.

Theodore Herzl un judío occidentalizado que fue testigo del montaje contra Dreyfus en París, pasó a liderar el movimiento sionista.
Herzl y otros fundadores sionistas creyeron que si los judíos tuvieran una nación propia, ello bastaría para "normalizar" su condición en la comunidad de naciones. Los judíos habían carecido de un estado propio desde el principio de la diáspora, cuando los romanos los expulsaron de Judea, al oeste de río Jordán hace unos 2.000 años.

Los sionistas creían que una vez que los judíos obtuvieran una patria -la propia Judea parecía el lugar más lógico- y fueran de nuevo como el resto de los pueblos, la venenosa raíz del antisemitismo se marchitaría y el problema judío acabaría por desaparecer.
Pero he aquí lo en realidad sucedió.

2. Los comienzos

En los años 20, en sus últimas actuaciones como vencedores de la Primera Guerra Mundial, los británicos y los franceses crearon los estados que ahora componen Oriente Medio a partir de las cenizas de su adversario derrotado, el Imperio Otomano. En una región que los turcos habían dominado durante varios siglos, Gran Bretaña y Francia trazaron las fronteras de Siria, Líbano e Irak. Previamente, los Británicos habían prometido a los sionistas judíos que podrían establecer un "hogar nacional" en la porción del área que aún quedaba sin asignar, conocida como el Mandato de Palestina. Pero en 1921, los británicos separaron el 80 por ciento del Mandato, al este del río Jordán, y crearon el reino árabe de "Transjordania". Fue creado para el rey árabe Abdulá, que había sido derrotado en las guerras tribales de la península arábiga y carecía de trono.
La tribu de Abdulá era la Hachemita, mientras que la inmensa mayoría de sus súbditos iban a ser árabes palestinos.

El territorio que aún quedaba del Mandato Palestino original -la zona entre el río Jordán y el mar Mediterráneo- estaba habitado tanto por palestinos como por judíos. De hecho, los judíos habían vivido en esa zona ininterrumpidamente desde hacía 3.700 años, incluso después de que los romanos destruyeran su estado en Judea en el año 70 dC. Los árabes en Palestina se convirtieron por primera vez en el grupo de población dominante en el siglo VII dC a raíz de las invasiones musulmanas. Eran principalmente nómadas que no tenían una lengua o una cultura que los distinguiera del resto de los árabes. En todo ese tiempo, nunca intentaron crear un estado palestino independiente, bien al este o al oeste del Jordán, y jamás llegó éste a existir.

En 1948, a petición de los judíos que vivían en Palestina, las Naciones Unidas acordaron el reparto de la cuarta parte que aún quedaba del mandato original para hacer posible una patria judía. De acuerdo con el plan de la partición, los árabes obtuvieron los antiguos territorios judíos de Judea y Samaria. A los judíos les correspondieron tres franjas de territorios sin conexión entre sí, situados entre el Mediterráneo y el desierto del Sinaí. También se les concedió parte de Jerusalén, su ciudad santa, aunque aislada de las franjas de territorio que les habían correspondido, rodeada de territorios árabes y bajo control internacional.

El sesenta por ciento de las tierras asignadas a los judíos se encontraban en el desierto del Negev. A partir de unos territorios tan poco prometedores, los judíos crearon un nuevo estado, Israel, en 1948. Por estas fechas ni siquiera existía la idea de una nación palestina o de un movimiento para crearla.Cuando nació el estado de Israel, los árabes palestinos ocupaban aproximadamente el 90 por ciento del mandato original de Palestina no sólo en Transjordania y en la zona de partición de las Naciones Unidas, sino también dentro del nuevo estado de Israel. Había 800.000 árabes viviendo en Israel junto a 1,2 millones de judíos. Además, los judíos tenían prohibido instalarse en las 35.000 millas cuadradas de la Transjordania palestina, que recibió en adelante el nombre de "Jordania".



La población árabe que habitaba en las franjas correspondientes a Israel se había triplicado con creces desde que los sionistas comenzaron a asentarse en la región en la década de 1880.
La razón de este incremento era que los colonos judíos habían traído con ellos el desarrollo industrial y agrícola, lo que atrajo a los inmigrantes árabes hacia lo que antes había sido una zona deprimida y escasamente poblada.
Si los árabes palestinos hubieran estado dispuestos a aceptar este arreglo, en virtud del cual recibían el 90 por ciento de la tierra del Mandato de Palestina y por el que se beneficiaban de la industria, de la iniciativa y de la democracia política que los judíos trajeron a la región, no habría existido ningún conflicto en Oriente Medio. Pero no fue así.
En lugar de ello, la liga árabe -que representaba a cinco estados árabes vecinos- declaró la guerra a Israel el mismo día de su creación, y cinco ejércitos árabes invadieron las franjas de territorio asignadas a Israel con el objeto de destruir el naciente estado judío.

Durante la lucha, según el mediador de la ONU en la zona, unos 472.000 árabes abandonaron sus hogares huyendo del peligro. Planeaban volver después de una victoria árabe y la destrucción del estado judío.Pero los judíos -muchos de ellos supervivientes del reciente Holocausto- se negaron a ser derrotados. En lugar de ello, rechazaron a los cinco ejércitos árabes que habían invadido sus territorios. Pero, con todo, eso no trajo la paz. Aunque sus ejércitos fueron vencidos, los estados árabes estaban decididos a continuar su campaña de destrucción permaneciendo formalmente en guerra con el estado israelí. Después de la derrota de los ejércitos árabes, los palestinos que vivían en la zona árabe de la partición de la ONU no intentaron crear un estado propio.

En lugar de ello, Jordania se anexionó en 1950 los territorios árabes al oeste del Jordán.

3. Refugiados: judíos y árabes

Como resultado de la anexión y de la continuación del estado de guerra, los refugiados árabes que habían huido de los territorios israelíes no volvieron. Había un flujo de refugiados hacia Israel, pero era de judíos que habían sido expulsados de los países árabes.
En todo Oriente Medio, los judíos fueron forzados a abandonar las tierras donde habían vivido durante siglos. Aunque Israel era un área geográfica minúscula y un estado balbuciente, su gobierno acogió y instaló a los 600.000 refugiados judíos procedentes de los países árabes.

Al mismo tiempo, los judíos retomaron su tarea de crear una nueva nación en lo que ahora era una sola franja de tierra. Israel había anexado una pequeña de territorio para hacer su estado defendible, incluyendo un corredor de acceso a Jerusalén.En los años que siguieron, los israelíes hicieron florecer el desierto. Construyeron la única economía industrializada en todo Oriente Medio. Forjaron la única democracia liberal de la zona. Trataron bien a los árabes que permanecían en el territorio de Israel. A día de hoy, la gran minoría árabe del estado de Israel tiene más derechos y privilegios que cualquier otra población árabe en Oriente Medio.
(Hechos que ni la "siempre parcial" Amnistía Internacional" ha podido negar o los monitoreos de organizaciones democráticas internacionales tanto de los EE.UU como de la UE han documentado y reconocido ampliamente, para disgusto de los enemigos de Israel)

Esto es especialmente cierto respecto de los árabes que viven (vivieron) bajo la corrupta dictadura de Yasser Arafat, la Autoridad Nacional Palestina que administra/ba Cisjordania y la franja de Gaza, la cual no reconoce (ni en la actualidad con hamas) a sus súbditos derechos humanos elementales.
En 1997, en un arranque de resentimiento contra los acuerdos de Oslo, el portavoz palestino Edward Said confesó esto mismo, llamando a Arafat "nuestro papa Doc" -por el sádico dictador de Haití- y quejándose de que había "una ausencia total de justicia y Estado de derecho en las zonas bajo control palestino".

Se dice que la causa del actual conflicto de Oriente Medio son los "territorios ocupados" -Cisjordania y la franja de Gaza- y la negativa de Israel a "devolverlos".
Pero durante los primeros veinte años del conflicto árabe-israelí, Israel no controlaba Cisjordania. En 1950, cuando Jordania se anexionó este territorio, no hubo ultraje alguno a la causa árabe. Ni tampoco por ello se solucionó el conflicto.

La razón por la que no hubo protestas árabes acerca de la anexión de Cisjordania fue porque la mayoría étnica de Jordania está compuesta de árabes palestinos. Por otro lado, la minoría hachemita gobernante no reconoce derechos civiles a los palestinos de Jordania. Y a pesar de este hecho, en los años posteriores a la anexión, los palestinos no exhibieron ningún interés en la "autodeterminación" respecto de la monarquía hachemita.

Es solamente la presencia de judíos, al parecer, lo que incita esta demanda. La idea de que el conflicto actual gira en torno a los "territorios ocupados" es solamente una de las grandes falacias propaladas por los árabes -hoy ampliamente aceptada- que ha tergiversado la historia de las guerras árabe-israelíes.

4. Las guerras árabes contra Israel

En 1967, Egipto, Siria y Jordania atacaron a Israel por segunda vez, y de nuevo fueron derrotadas. Fue entonces cuando Israel tomó el control sobre Cisjordania y la franja de Gaza, así como también el desierto del Sinaí, rico en petróleo. Israel tenía todo el derecho a anexionarse estos territorios capturados a los agresores -como acostumbran a hacer las naciones en estos casos desde tiempo inmemorial; procedimiento por el que, de hecho, nacieron Siria, Líbano, Irak y Jordania.

Pero Israel no hizo tal cosa. Tampoco, por otra parte, retiró sus tropas ni renunció al control de esos territorios.La razón era que los agresores árabes se negaron de nuevo a firmar la paz. Siguieron considerándose en guerra con Israel, una amenaza que ningún gobierno israelí podría permitirse ignorar. En aquella época, Israel era un país de 2 o 3 millones de habitantes rodeados por enemigos declarados cuya población conjunta superaba los 100 millones de personas. Geográficamente, Israel era tan pequeño que en algunos de sus puntos apenas había diez millas de frontera a frontera.

Ningún gobierno israelí responsable podía renunciar a un colchón territorial mientras que sus hostiles vecinos se consideraran formalmente en guerra. Ésta es la realidad de la que emana el conflicto de Oriente Medio.

En 1973, seis años después de la segunda guerra árabe contra los judíos, los ejércitos árabes atacaron otra vez Israel. El ataque fue conducido por Siria y Egipto, incitados por Irak, Libia, Arabia Saudita, Kuwait y otros cinco países que proporcionaron ayuda militar a los agresores, incluida una división iraquí de 18.000 hombres.

Israel derrotó otra vez las fuerzas árabes. Después, Egipto -y solamente Egipto- se avino a negociar la paz formalmente.La paz fue firmada por el presidente egipcio Anwar el Sadat, que fue asesinado posteriormente por los radicales islámicos, pagando su visión de Estado con la vida. Sadat es uno de tres líderes árabes asesinados por otros árabes por firmar la paz con los judíos.

En virtud de los acuerdos de Camp David que Sadat firmó, Israel devolvió a Egipto todo el Sinaí con sus riquezas petrolíferas. Este acto demostró fehacientemente que la solución al conflicto de Oriente Medio estaba al alcance de la mano. Sólo era necesaria la buena voluntad de los árabes para llegar a un acuerdo.
El conflicto de Oriente Medio no gira, pues, en torno a los territorios ocupados por Israel, sino en torno a la negativa de los árabes a firmar la paz con Israel, la cual es un subproducto inevitable de su deseo de destruir el Estado judío.

5. La autodeterminación no forma parte de los planes árabes

Los palestinos y sus partidarios también afirman que el conflicto árabe-israelí nace del vivo deseo de los palestinos, denegado por Israel, de tener un estado propio. Esto también es falso.
La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) fue creada en 1964, dieciséis años después de la fundación de Israel y de la primera guerra anti-israelí. La OLP fue creada, no cuando Cisjordania se hallaba bajo control israelí, sino cuando era parte de Jordania. Sin embargo, la OLP no fue creada para que los palestinos pudieran alcanzar la autodeterminación en Jordania, que abarcaba en ese momento el 90 por ciento del Mandato original de Palestina. El propósito expreso de la OLP, en las palabras de sus propios líderes, era "expulsar a los judíos al mar".

El estatuto oficial de la OLP hacía referencia a la "invasión sionista", declaraba que los judíos de Israel eran "no una nacionalidad independiente", calificaba al sionismo como "racista" y "fascista", exhortaba a la "la liquidación de la presencia sionista" y especificaba que la "lucha armada es la única manera de liberar Palestina." En suma, la "liberación" requería la destrucción del estado judío. Además, la OLP ni siquiera fue creada por palestinos, sino por la liga árabe -los dictadores corruptos de Oriente Medio que habían intentado destruir Israel por la fuerza militar en 1948, en 1967 y de nuevo en 1973.

Durante treinta años, la OLP siguió manteniendo su exhortación a destruir de Israel. Pero a mediados de los 90, bajo la enorme presión internacional siguió a los acuerdos de Oslo en 1993, el líder de la OLP, Yasser Arafat, eliminó esa cláusula, asegurando mientras tanto a sus seguidores que se trataba de un compromiso necesario que no alteraba las metas del movimiento. Lo hizo de forma explícita, y también citando un precedente histórico en el cual el profeta Mahoma acordó insinceramente una paz con sus enemigos para ganar tiempo y reclutar las fuerzas con las que se proponía destruirlos.

6. El afán de destruir Israel

El conflicto de Oriente Medio no tiene que ver con una colisión de derechos. Se trata de un intento de los árabes, prolongado durante más de cincuenta años, para destruir el estado judío, de la negativa de los estados árabes en general y de los árabes palestinos en particular a aceptar la existencia de Israel Si los árabes estuvieran dispuestos a reconocer a Israel, no habría territorios ocupados y existiría un estado palestino.

Incluso durante proceso de la paz de "Oslo" -cuando la organización de la liberación de Palestina pretendió reconocer la existencia de Israel y los judíos, por tanto, permitieron la creación el "Autoridad Nacional Palestina" estaba claro que la meta de la OLP era la destrucción de Israel, no sólo porque su líder invocara el engaño del profeta Mahoma. El propósito palestino de destruir Israel está perfectamente claro en su nueva exigencia del "derecho al retorno" a Israel de "5 millones" de árabes. La cifra de 5 millones de refugiados que deben volver a Israel es más de diez veces superior al número de árabes que realmente abandonaron en 1948 los territorios judíos del Mandato británico.

Además de absurda, esta nueva demanda tiene varios aspectos que revelan la agenda genocida que los palestinos reservan para los judíos. El primero es que el "derecho al retorno" es en sí mismo una burla intencionada a la principal razón de la existencia de Israel -el hecho de que ningún país ofreció refugio a los judíos que huyeron del programa de exterminación de Hitler durante la Segunda Guerra Mundial. Es sólo a causa de que el mundo dio la espalda a los judíos cuando su supervivencia estaba en juego por lo que el estado de Israel concede un "derecho al retorno" a todo judío que lo solicite.

No hay ninguna amenaza genocida contra los árabes, tampoco les falta apoyo económico y militar internacional ni existe "diáspora palestina" de ninguna clase (aunque los palestinos se han apropiado cínicamente del mismo término para describir la crítica situación en que ellos mismos se han colocado). El hecho de que muchos árabes, incluyendo el líder espiritual palestino -el Gran Mufti de Jerusalén- apoyaran la "solución final" de Hitler no hace sino incrementar la magnitud del insulto, agravado aún más por el hecho de que el 90 por ciento de los palestinos que hoy viven en Gaza y Cisjordania jamás vivieron un solo día de sus vidas en territorio de Israel.
La demanda de un "derecho de la vuelta" es pues poco menos que una descarada manifestación de desprecio hacia los judíos y sus sufrimientos a través de la Historia.

Y lo que es más importante, se trata de una expresión de desprecio hacia la misma idea de un estado judío. La incorporación de cinco millones de árabes en Israel pondría a los judíos en situación de minoría permanente en su propio país, y significaría el fin de Israel. Los árabes lo saben perfectamente, y esa es la razón por la que la han convertido en una exigencia fundamental. Se trata, tan sólo, de un caso más de la mala fe que en general que el bando árabe ha manifestado en cada capítulo de estos trágicos sucesos.

Posiblemente la expresión más llamativa de esta mala fe de los árabes es el deplorable tratamiento que brindan a los refugiados y la negativa, durante medio siglo, a realojarlos o a aliviar su situación, incluso durante los años en que estuvieron bajo el dominio de Jordania.
Mientras que Israel hacía florecer el desierto y realojaba a 600.000 refugiados judíos procedentes de estados árabes y construía una democracia industrial próspera en los territorios que le fueron asignados, los árabes se ocupaban en asegurarse de que sus refugiados permanecieran en minúsculos campos en Cisjordania y Gaza indefensos, sin derechos y en condiciones paupérrimas.

Hoy, cincuenta años después de la primera guerra árabe contra Israel, hay 59 de esos campos y 3,7 millones de "refugiados" registrados por la ONU A pesar de ayuda económica de las Naciones Unidas y del propio Israel, a pesar de la abundancia de petróleo de los reinos árabes, los líderes árabes se han negado a hacer esfuerzo alguno para sacar a los refugiados de sus miserables campos o para acometer inversiones económicas que alivien su situación.

Existen actualmente 22 estados árabes que podrían proporcionar hogares para una población del mismo origen étnico y que habla la misma lengua árabe. Pero el único que permite que los árabes palestinos adquieran la nacionalidad es Jordania. Y el único estado que los palestinos ambicionan es Israel.

7. La política del resentimiento y del odio

La negativa a abordar la situación de los refugiados palestinos es -y ha sido siempre- una política árabe intencionada, cuyo objetivo es mantener a los palestinos en estado desesperación para incitar su odio hacia Israel y provocar guerras. Para no dejar nada al azar, las mezquitas y las escuelas árabes en general -y las de los palestinos en particular- predican y enseñan todos los días el odio a los judíos. En las escuelas primarias palestinas incluso se enseña a los niños a cantar "muerte a los judíos paganos" en las aulas cuando aprenden a leer.

No hay que olvidar que estas políticas paralelas de la pauperización (de los árabes palestinos) y del odio (hacia los judíos) tienen lugar sin que medie protesta alguna por parte de ningún sector de la sociedad palestina o árabe. En sí mismo, esto dice muchísimo sobre la naturaleza del conflicto en Oriente Medio.Todas las guerras -sobre todo si se han prolongado por espacio de cincuenta años- producen injusticias y víctimas en ambos lados, y esta guerra no es la excepción.

Muchas son las víctimas individuales, tanto palestinas como judías, tal y como puede apreciarse en los noticiarios de cada noche. Pero no puede hablarse de injusticia contra el pueblo palestino, pues en todo caso se trata de un agravio que ellos mismos se han infligido a sí mismos, producto de la xenofobia, del resentimiento y de la explotación que los árabes han practicado con su propia gente; así como de su evidente incapacidad para ser generosos y tolerantes con quienes no son árabes.

Mientras que Israel es una sociedad abierta, democrática y multiétnica que incluye a una gran minoría árabe que goza de derechos civiles y políticos, la Autoridad Palestina es un estado intolerante, antidemocrático, monolítico y policial, con un líder dictatorial cuya letal carrera dura ya 37 años (se habla de Arafat).

Cualquier observador razonable puede advertir que la causa de las actitudes repugnantes, los métodos criminales y las metas deshonestas del movimiento de liberación de Palestina tiene su origen en el odio a los judíos y en el resentimiento del moderno Occidente democrático.

Puesto que no había nación palestina antes de la creación de Israel, y puesto que los palestinos se consideraban a sí mismos simplemente como árabes y a su tierra como parte de Siria, no es sorprendente que muchos de los principales creadores de la OLP ni siquiera vivieran en el Mandato de Palestina antes de la creación de Israel; menos aún en la franja, mayormente desértica, que fue asignada a los judíos. Edward Said, el principal portavoz intelectual de la causa palestina, creció en una familia que decidió asentarse en Egipto y en Estados Unidos.

Yasser Arafat nació en Egipto. Los mismos estados árabes que dicen estar ultrajados por el tratamiento que los judíos dan a los palestinos, tratan a sus propias poblaciones árabes mucho peor de lo que los árabes son tratados en Israel, al tiempo que también callan acerca de la mayoría palestina que vive en Jordania sin derechos civiles.

En 1970, rey Hussein de Jordania masacró a millares de militantes de la OLP. Pero la OLP no exige el derrocamiento de la monarquía hachemita de Jordania ni dedica a ella su odio. Lo reserva para los judíos.

Es más, se trata de un odio cada vez más mortal. Hoy, el 70 por ciento de los árabes de Cisjordania y Gaza aprueban que mujeres y niños se suiciden convirtiéndose en bombas humanas si las víctimas son judías.

No existe movimiento alguno por una "paz inmediata", al contrario que Israel, donde los partidarios de hacer concesiones a la exigencias árabes en nombre de la paz son una fuerza política formidable. No hay ningún portavoz árabe que hable a favor de los derechos de los judíos y denuncie sus sufrimientos, pero hay cientos de miles de judíos en Israel -y en todo el mundo- que sí piden "justicia" para los palestinos ¿Cómo pueden los judíos esperar justicia de una gente que, en su conjunto, ni siquiera los considera como seres humanos?

8. Una faz falsa

El proceso de paz de Oslo, iniciado en 1993, se basó en el compromiso de ambas partes de renunciar a la violencia como medio para resolver su conflicto. Pero los palestinos nunca han renunciado a la violencia, y en el año 2000 lanzaron oficialmente una nueva intifada contra Israel que abortó el proceso de paz.De hecho, durante el proceso de paz -entre 1993 y 1999- tuvieron lugar alrededor de 4.000 actos terroristas cometidos por palestinos, que causaron la muerte a mas de 1.000 israelíes -una cifra superior a la de los últimos 25 años en conjunto.

En cambio, durante ese mismo periodo, los israelíes ansiaban tanto la paz que respondieron a esos asesinatos otorgando a los palestinos un gobierno autónomo en Cisjordania y Palestina, una "policía" de 40.000 hombres armados y el 95 por ciento del territorio que sus negociadores exigían. Esta generosidad israelí fue recompensada con el rechazo de la paz, con atentados suicidas en discotecas y centros comerciales abarrotados, con una efusión de odio racial y con una nueva declaración de guerra.

Lo cierto es que los palestinos rompieron los acuerdos de Oslo precisamente a causa de la generosidad israelí, porque el gobierno de Ehud Barak ofreció satisfacer el 95 por ciento de sus peticiones, incluido el control de algunas zonas de Jerusalén -una posibilidad antaño impensable. Estas concesiones hicieron a Arafat enfrentarse al único resultado que el no deseaba: la paz con Israel.

La paz sin la destrucción del "ente judío."Arafat expresó su rechazó a estas concesiones israelíes con una nueva explosión de violencia antijudía, a la que dio el engañoso nombre de "Intifada de Al-Aksa" por la mezquita que está situada en la explanada del Templo. Su nueva jihad recibió el nombre de este lugar sagrado de los musulmanes para crear la ilusión de que el origen de la intifada estaba, no en su ruptura unilateral del proceso de paz de Oslo, sino en la visita de Ariel Sharon a la explanada de las mezquitas.

Meses después de que comenzara la nueva intifada, la propia Autoridad Palestina reconoció que ésta no era sino otra de las mentiras de Arafat.De hecho, la intifada había sido planeada unos meses antes de la visita de Sharon como el siguiente paso al rechazo del acuerdo de Oslo.
En palabras de Imad Faluji, el ministro de comunicaciones de la Autoridad Palestina, "[la sublevación] había sido planeada desde el regreso del presidente Arafat de Camp David, cuando dejó con dos palmos de narices al anterior presidente de EEUU [Clinton] rechazando las condiciones americanas".

La Comisión Mitchell, dirigida por el ex senador de los EEUU George Mitchell para investigar los hechos, llegó a la misma conclusión: "no fue la visita de Sharon lo que provocó la intifada de Al-Aksa"

9. Distinciones Morales

Para analizar el callejón sin salida de Oriente Medio es importante prestar atención a las diferencias que en el orden moral revelan las acciones de los dos bandos. Cuando un desequilibrado judío entra en una mezquita para matar a los que allí rezan (sucedió en una sola ocasión), actúa en solitario y recibe la condena tanto del gobierno israelí como de los judíos de dentro y fuera Israel, recayendo sobre él todo el peso de la ley israelí.

Pero cuando un joven árabe entra en una discoteca llena de adolescentes, en un centro comercial o en un autobús abarrotado de mujeres y niños y se suicida volando consigo a personas inocentes (lo que sucede con frecuencia), se trata de alguien que ha sido entrenado y enviado por un miembro de la OLP o de la Autoridad Palestina; Yasser Arafat le elogia oficialmente como héroe; la Autoridad de Palestina da dinero a su madre y sus vecinos árabes rinden honores al hogar que produjo un "mártir para Alá".
El movimiento de liberación palestino es el primero que eleva la matanza de niños -los suyos y los del enemigo- a la categoría de vocación religiosa y de estrategia al servicio de su causa.

No sólo son moralmente repugnantes los métodos del movimiento de liberación palestino. La misma causa palestina es en sí misma inmoral. El "problema palestino" es un problema creado por los árabes, y sólo ellos pueden solucionarlo. En Jordania, los palestinos tienen ya un estado en el cual son una mayoría, pero éste les niega la autodeterminación. ¿Por qué no es Jordania el objeto de la lucha de "liberación" palestina? La única respuesta posible es porque no está gobernado por judíos.
Existe una famosa "línea verde" que marca el límite entre Israel y sus vecinos árabes. Esa línea verde (de envidia) es también la línea maestra para entender cuál es el verdadero problema en Oriente Medio.

Es verde porque las plantas crecen en el desierto en el lado israelí pero no en el lado árabe.
Los judíos obtuvieron una franja de tierra sin petróleo, y crearon riqueza y vida abundante en todas sus variadas formas. Los árabes obtuvieron nueve veces más de tierra cultivable, pero todo lo que han hecho con ella es sentarse sobre su aridez y fomentar la pobreza, el resentimiento y el odio de sus habitantes. Además de esto, han creado y perfeccionado el terrorismo más vil e inhumano que jamás se haya visto: los atentados suicidas contra la población civil.

De hecho, los palestinos son una comunidad de terroristas suicidas: desean la destrucción de Israel más que disfrutar de una vida mejor.Si un estado-nación es todo lo que los palestinos desean, Jordania sería la solución (colmaría el 95 por ciento de sus demandas). Pero los palestinos también desean destruir Israel. Esto es moralmente execrable. Es la resurrección del virus nazi. Sin embargo, la causa palestina recibe el apoyo generalizado de la comunidad internacional, con la única excepción de los Estados Unidos (y, en menor medida, de Gran Bretaña).

Es precisamente porque los palestinos desean destruir el estado que los judíos han creado -y porque matan judíos- por lo que gozan de credibilidad internacional y de una ayuda que, en otro caso, sería inexplicable.10. De nuevo el problema judíoEs esta resistencia internacional a la causa de la supervivencia judía, la persistencia del odio generalizado hacia los judíos, lo que, en último término, refuta la esperanza sionista de una solución al "problema judío". La creación de Israel es la historia de un impresionante logro humano.

Pero la guerra permanente para destruirlo socava la idea sionista original.Más de cincuenta años después de la creación de Israel, los judíos siguen siendo el grupo étnico más odiado del mundo. Los radicales islámicos desean destruir Israel, pero también lo desean los musulmanes moderados.
Para los judíos de Oriente Medio, el actual conflicto es una lucha a vida o la muerte, aunque todos los gobiernos presentes en las Naciones Unidas, con la excepción de los Estados Unidos y, a veces, Gran Bretaña, votan en contra de Israel, que se enfrenta a un enemigo terrorista que no respeta la vida o los derechos de los judíos.

Después de que Al Qaeda atacara las torres gemelas, el embajador francés en el Reino Unido se quejaba de que el mundo entero se hallaba en peligro por culpa de "esa mierdosa nacioncilla", Israel. Esto causó un escándalo en Inglaterra, pero en ningún otro lugar más.

Todo lo que separa a los judíos de Oriente Medio de un nuevo Holocausto es su propia valentía y pericia militar y el generoso y humanitario apoyo de los EEUU.Aunque, incluso en Estados Unidos, pueden verse canales de televisión como MSNBC o CNN donde se presenta a Ariel Sharon, un primer ministro elegido democráticamente, en plano de igualdad moral y política con Yasser Arafat, que es un dictador, un terrorista y un enemigo de los Estados Unidos.

Puede verse esa misma equivalencia establecida entre la democracia israelí y la Autoridad Palestina, una entidad terrorista aliada de Al Qaeda y de Irak, enemigos de Estados Unidos.
Durante la Guerra del Golfo, Israel fue leal aliado de América, mientras que Arafat y los palestinos apoyaron abiertamente al agresor, Saddam Hussein. Sin embargo, los dos gobiernos norteamericanos posteriores -tanto demócratas como republicanos- se afanaron por mantenerse "neutrales" en el conflicto de Oriente Medio y presionaron a Israel para que entrase en un suicida "proceso de paz" con un enemigo que busca su destrucción.

Es sólo después del 11-S cuando los Estados Unidos ha acabado por reconocer que Arafat es un enemigo de la paz y un interlocutor inviable para una negociación.Los esfuerzos de los sionistas crearon una próspera democracia para los judíos de Israel (y también para el millón de árabes que viven en Israel), pero fracasaron en su objetivo de regularizar la situación del pueblo judío o de procurarles seguridad en un mundo que los odia.

Desde el punto de vista del "problema judío", que Herzl y los fundadores del sionismo intentaron resolver, hoy es mejor ser judío en América que en Israel.
Esta es una razón por la que no soy sionista sino un apasionado e inequívoco patriota americano. América es buena para los judíos como lo es también para cualquier otra minoría que acepte su contrato social.

Pero también explica por qué soy un vehemente partidario de la supervivencia de Israel y por qué no tengo simpatía alguna por el bando palestino. Ni la tendré hasta que llegue el día en que pueda mirar a los ojos de los palestinos y ver algo distinto a ese anhelo homicida contra judíos como yo.

David Horowitz es autor de numerosos libros entre los que se encuentra una autobiografía, Radical Son, que ha sido calificada como "la primera gran autobiografía de su generación", la cual relata su odisea desde el activismo radical hacia las posiciones que actualmente mantiene.

Entre sus otros libros pueden citarse The Politics of Bad Faith (La política de la mala fe) y The Art of Political War (El arte de la guerra política). Este último fue calificado por Karl Rove, estratega político de la Casa Blanca, como "la guía perfecta para ganar en el campo de batalla de la política".

miércoles, 7 de enero de 2009

¿Qué significa "desproporcionada"?




André Glucksmann, filósofo francés.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia.

Ante un conflicto, la opinión se divide entre los incondicionales, que ya han decidido quién tiene y quién no tiene razón, y los circunspectos, que consideran ésta o aquella acción como oportuna o inoportuna en función de las circunstancias, sin perjuicio de mantener cierta reserva hasta estar más informados.
En Oriente Próximo no se lucha sólo para hacer respetar unas reglas del juego, sino para establecerlas.

El enfrentamiento en Gaza, por sangriento y terrible que sea, deja asomar, sin embargo, una luz de esperanza que las imágenes dramáticas muchas veces ocultan. Por primera vez en el conflicto de Oriente Próximo, el fanatismo de los incondicionales parece minoritario.

El debate entre los israelíes (¿es el momento?, ¿hasta dónde?, ¿hasta cuándo?) se desarrolla como es habitual en una democracia. Lo sorprendente es que hay un debate similar a micrófono abierto entre los palestinos y sus partidarios, hasta el punto de que, incluso después de que comenzaran las operaciones israelíes de castigo, Mahmud Abbas, jefe de la Autoridad Palestina, tuvo el valor de achacar a Hamás la responsabilidad inicial del sufrimiento de la población civil en Gaza, por haber roto la tregua.

Por desgracia, las reacciones de la opinión pública mundial -medios de comunicación, diplomáticos, autoridades morales y políticas- parecen ir con retraso respecto a la evolución de los directamente afectados.
Es obligatorio destacar la palabra que triunfa y cimienta un tercer tipo de incondicionalidad, que condena urbi et orbi la actuación de Jerusalén por considerarla "desproporcionada".
A las imágenes de Gaza bajo las bombas se añade, por consenso universal e inmediato, el subtítulo de que Israel actúa de manera desproporcionada.
A veces, los reportajes y comentarios añaden palabras como "matanzas" y "guerra total". Afortunadamente, hasta ahora se ha evitado el vocablo "genocidio". ¿Será tal vez que el recuerdo del "genocidio de Yenín" (60 muertos), repetido machaconamente y después olvidado, paraliza el exceso de excesos? No obstante, la avalancha de opiniones se rige por la condena incondicional, a priori, de la desmesura judía.

Consultemos el primer diccionario a mano: desproporcionado es lo que está fuera de proporción, bien porque la proporción no existe, bien porque se ha roto, se ha transgredido.
Esta segunda acepción es la que se utiliza para fustigar las represalias israelíes, que se consideran excesivas, incongruentes, discordantes, que superan los límites y las normas.
El sobrentendido es quizá que existe un estado normal en el conflicto entre Israel y Hamás y que el belicismo de Tsahal (el Ejército israelí) lo desequilibra, como si el conflicto no fuera -como todo conflicto serio- desproporcionado desde su propio origen.

¿Cuál es la proporción justa que hay que respetar para que Israel cuente con unas opiniones favorables? ¿Que el Ejército israelí no utilice su superioridad técnica y se limite a emplear las mismas armas que Hamás, es decir, la guerra de los imprecisos misiles Grad, las piedras, la estrategia de los atentados suicidas a discreción, las bombas humanas y la selección deliberada de las poblaciones civiles como objetivos? O, mejor aún, ¿convendría que Israel espere pacientemente a que Hamás, gracias a Irán y Siria, "equilibre" su potencia de fuego?

A no ser que se trate de equilibrar no sólo los medios militares, sino los fines que se persiguen. Ya que Hamás -en contra de la Autoridad Palestina- se obstina en no reconocer el derecho de existir del Estado judío y sueña con la aniquilación de sus ciudadanos, ¿querríamos que Israel imite ese radicalismo y proceda a una gigantesca limpieza étnica? ¿De verdad queremos que Israel refleje "de forma proporcional" los deseos exterminadores de Hamás?

Cuando ahondamos en los sobrentendidos del reproche biempensante sobre la "reacción desproporcionada", descubrimos que Pascal tiene razón y que "quien quiere pasar por ángel, se vuelve una bestia". Todos los conflictos, ya estén latentes o en ebullición, son por naturaleza "desproporcionados". Si los adversarios llegaran a un acuerdo sobre el uso de sus medios y los fines que reivindican, dejarían de ser adversarios.

Donde hay un conflicto, hay una falta de entendimiento, por lo que cada bando se esfuerza en utilizar sus ventajas y explotar las debilidades del contrario. Tsahal no renuncia a ello y "se aprovecha" de su superioridad técnica para escoger sus objetivos. Y Hamás tampoco, porque utiliza a la población de Gaza como escudos humanos sin tener en cuenta los escrúpulos morales ni las obligaciones diplomáticas de su adversario.
Para trabajar a favor de la paz en Oriente Próximo, es necesario huir de las tentaciones de la incondicionalidad, que persiguen no sólo a los fanáticos dispuestos a todo, sino también a las almas angélicas que sueñan con una sacrosanta "proporción" que equilibre de manera providencial los conflictos asesinos.

En Oriente Próximo, no se lucha sólo para hacer respetar unas reglas del juego, sino para establecerlas. Está bien debatir libremente sobre la oportunidad de ésta o aquella iniciativa militar o diplomática, pero sin considerar que el problema está resuelto de antemano por la mano invisible de la buena conciencia mundial.

Querer sobrevivir no es desproporcionado.

lunes, 5 de enero de 2009

¿Desproporción?




Euskadi Ta Askatasuna (en español, País Vasco y Libertad), conocida por sus siglas ETA, organización terrorista, autodeclarada independentista y nacionalista vasca, de ideología marxista-leninista, invoca la lucha armada como método para obtener sus objetivos fundamentales en los que se encuentra de manera prioritaria la independencia de lo que el nacionalismo vasco denomina Euskal Herria de los estados de España y Francia.

Utilizando para ello el asesinato, el secuestro y la extorsión económica tanto en España como, ocasionalmente, en Francia. [1]

La voladura de la fachada del edificio de la sede del canal público televisivo vasco –EITB- en Bilbao por terroristas de ETA el 31 de diciembre ha sido criticada persistentemente en la Media española, tanto en la de derechas y en la de izquierdas.
A pesar de que ETA no quiere destruir España, ni eliminar a todos los españoles. Busca, a través del terrorismo y el asesinato, la secesión del territorio vasco de España.
Nadie en España se atreve a considerar que la inferioridad militar etarra respecto al Ejército español es un indicador de superioridad moral de los “militantes” de ETA.
Hamás, como los grupos terroristas árabes-palestinos buscan la destrucción de Israel y el exterminio de todos los judíos.
Análogamente, la inferioridad militar –árabe-palestina respecto a la de Israel no es un indicador de superioridad moral.

La obstinación árabe-palestina en recurrir a la violencia a pesar de esta debilidad militar indica un error de juicio, basado en la creencia supremacista religiosa que el Islam es superior al resto de religiones, credos e ideologías, y que Alá ayudará a sus guerreros, pero de ninguna manera un signo de virtud moral.
El lanzamiento de cohetes disparados desde Gaza contra civiles israelíes comenzó en enero de 2001. Los lanzamientos se intensificaron después de la retirada de 2005, especialmente después de la llegada al poder del Hamás a mediados de junio del 2007.
Hamás y grupos terroristas satélites han estado lanzando más de 15.000 cohetes contra Israel.Diariamente las Fuerzas de Defensa de Israel detienen a islamistas cargados con cinturones de bombas para inmolarse y asesinar judíos.


Esta persistencia árabe-palestina de Hamás en recurrir a la lluvia de cohetes contra Israel ha sido criticada esta semana por dirigentes de la OLP y de Al-Fatah, no por motivos éticos, sino por el coste de oportunidades, por la ineficacia ante una población judía motivada a vivir en la tierra de sus ancestros, en la excelencia de su trabajo, y de su Ejército.

No habría ningún país que tolerase a un estado vecino que le lanzara tantos cohetes, ni que desde ese estado vecino se organizara la vida comunitaria, económica, social y política con el único objetivo de destruirle.
Hamás inició la guerra contra Israel el 19 de diciembre al romper la tregua unilateralmente. Israel ha respondido.
Los dirigentes de Hamás lanzan cohetes contra población civil, misiles cada vez más potentes que llegan a30 km de Tel Aviv, impactando en edificios y escuelas de las ciudades de Ashkelon, Beer Sheva, Ashdod. [2]

Los misiles que los terroristas árabes-palestinos lanzan contra Israel: [3]
El mortero fue empleado ya antes de la desconexión de Gaza en agosto de 2005. Posee corto alcance y puede llegar a ser efectivo para atacar a los soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel. Tiene un rango de alcance entre 2 km y 3 km, su construcción es básica.
Los cohetes Kassam de corta distancia fueron desarrollados por la organización terrorista Hamas, con la ayuda de Irán, Jizballah y la Autoridad Palestina. Debe su nombre a las Brigadas Izz A-Din al-Kassam, el brazo armado del Hamas. Según esta organización terrorista, fue desarrollado por Nidal Farahat Fat'hi Rabah y producido por Adnan al-Ghoul, ultimado por los israelíes en octubre de 2004.

Los cohetes Kassam pueden golpear objetivos de 3 a 17 km de distancia, incluyendo la última versión, que utiliza un combustible sólido a base de nitrato de potasio y azúcar. Su fácil manejo, su plataforma de lanzamiento móvil y su bajo precio de fabricación hacen de esta arma la elección preferida de los terroristas en Gaza.

Los misiles Grad de 122 mm tiene un alcance de 22 km. Comenzó a usarse por primera vez contra Israel en julio de 2006, en Sderot, y nuevamente en octubre del 2007 en Netivot. Tras romper la tregua con Israel el 19 de diciembre, Hamas ha usado una versión sofisticada del cohete, de categoría 2, que tiene un alcance de 40 km. Es lo que se lanza en estos momentos sobre Israel.
Los misiles Katiusha (literalmente ´Catherina`), de fabricación rusa. Jisbulá lanzó más de 4.000 katiushas contra el norte de Israel en la Segunda Guerra del Líbano en el 2006.
Tienen un alcance dentro de un rango de 20 a 40 km de distancia, su uso es altamente dañino para Israel por lo estrecho de su territorio. Hamás los ha lanzado contra la ciudad israelí de Ashdod, causando la muerte de un obrero en Israel.

Inicio de la guerra de Hamás contra Israel.

Hamás inició la guerra contra Israel el 19 de diciembre al romper la tregua unilateralmente, lanzar diariamente una lluvia de misiles contra Israel, misiles más numerosos y potentes, con la ayuda de Irán.
Israel se ha defendido el 26 de diciembre, después de continuos avisos a la población árabe-palestina de Gaza ya su dirigencia, Hamás, advirtiendo que Israel defendería a su población.

Israel se defiende.

El 27 de diciembre Israel se defendió. La aviación israelí bombardeó bases militares, ministerios de Hamás, arsenales y laboratorios de cohetes Kassam y un campo de fútbol en el que tenía lugar una ceremonia de fin de curso de oficiales de la policía y de las fuerzas de Hamás.El ataque de la Fuerza Aérea contra objetivos de Hamás en Gaza ha provocado la muerte de más de 271 personas, de los cuales 15 eran civiles, el resto son miembros de Hamás. [4]
Reacciones de los judeófobos-antisemitas.

Los judeófobos han considerado la respuesta israelí desproporcionada. Entre estos judeófobos destacan Miguel Ángel Moratinos, Ministro de Asuntos Exteriores del gobierno español y Leire Pajín, secretaria de Organización del PSOE.

Moratinos, a través de una nota del Ministerio de Asuntos Exteriores, expresó su "firme condena" tanto por la "desproporcionada" respuesta del Ejército israelí como por la "irresponsable provocación" de Hamás por el lanzamiento de cohetes previo al ataque. [5]
Leire Pajín llegó a decir que: "Lo primero que puede hacer la comunidad internacional es no quedarse de brazos cruzados y no mirar para otro lado cuando hemos asistido a una de las mayores masacres que se recuerdan". [6]

Cuando hasta los mismos dirigentes de la Autoridad Palestina culpabilizan a Hamás de la guerra, los dirigentes del PSOE hacen gala del más tronado y puro antisemitismo judeofóbico. [7]
La secretaria de Organización del PSOE, Leire Pajín llegó al delirio embriagada de judeofobia y antisemitismo amenazando a Israel, “exigiendo a la comunidad internacional que Israel no quedase impune”.

¿Proporción-Desproporción?

¿Desde cuándo una guerra es una ecuación matemática? El objetivo básico de todo contendiente en conflicto es infligir el máximo daño al enemigo a la vez que se minimiza las propias pérdidas. No se convence al enemigo, se le vence. Esta es la dinámica de la guerra.
¿Un ciudadano español podría lamentar el bajo número de soldados muertos en el Líbano o en Afganistán o de Guardias Civiles frente a ETA?
Si Hamás pudiera, todos los israelíes serían aniquilados e Israel destruido.La Carta Fundacional de Hamás lo atestigua. [8]
Si Israel pudiera, todos los terroristas de Hamás estarían encarcelados de por vida.

El objetivo de Israel es causar el máximo daño a los islamoterroristas árabes-palestinos de Hamás, evitando al máximo las víctimas civiles. El objetivo de los islamoterroristas es el causar el máximo número de bajas civiles en la población israelí.
“Israel siente el sufrimiento de los residentes de Gaza, pero Hamás, que utiliza los residentes como un escudo humano, tiene la culpa” ha declarado Gabriela Shalev, la embajadora de Israel ante las Naciones Unidas [9]

Los dirigentes de Hamás causan el sufrimiento de los ciudadanos israelíes al bombardearles con sus lluvias de cohetes contra Israel.Los dirigentes de Hamás no sienten el sufrimiento de sus conciudadanos y correligionarios, a los que utilizan de escudos humanos, y les privan de poder salir a Egipto o Israel para hospitalizarse. [10]
A pesar de todo hay ciudadanos de Gaza que pueden escaparse del control de Hamás y huyen a Israel a hospitalizarse. [11]

Los objetivos de la guerra, según los contendientes.
Para Hamás, pura y llanamente: la destrucción total de Israel y el aniquilamiento de los judíos.
Las mujeres de Hamás han jurado convertirse en buscadoras de martirio y volarse entre los monos y cerdos [refiriéndose a los judíos, aunque habitualmente a los judíos se les declara descendientes de los monos, y a los cristianos, de los cerdos][12]
basándose en el hadiz: "La piedra que es arrojada a los judíos odia a estos judíos, porque Alá lo predijo, a través de Su Profeta Muhammad, de que el Día del Juicio Final no vendrá antes de que el judío y el musulmán combatan. El judío se esconderá detrás de las piedras y los árboles, y la piedra y el árbol hablarán, diciendo: Oh musulmán, hay un judío detrás de mí, ven y mátalo”. [13]

Para Israel, son:

1. acabar con el disparo de cohetes de Hamás,2. poner fin al contrabando de armas dentro de la Franja de Gaza, y3. interrumpir la actividad militar de Hamás.
Samuel Hadas (Analista político internacional, primer embajador de Israel en España y ante la Santa Sede) expone en su artículo ¿Y ahora, qué? el 31.12.08 en el diario Aurora, en lengua española [14]:

“. . . Una guerra cuyo objetivo declarado es poner punto final a más de siete años de sufrimiento de los habitantes del sur de Israel. Por el momento parecería que el recurso de la fuerza militar tiene un objetivo limitado: debilitar a la organización terrorista fundamentalista Hamás de manera tal, que pueda pactarse un cese de fuego en condiciones que modifiquen la realidad de la seguridad en esta parte de Israel y se ponga fin al bombardeo sistemático de su población civil. En pocas palabras, lo que se intenta es modificar las reglas de juego. . . .

¿Moratinos y Pajín y los judeófobos calificarían de desproporcionada la falta de respuesta israelí durante siete años de agresión constante, de atentados islamikazes, de lluvia de miles de cohetes? ..."
¿Moratinos, Pajín, y sus seguidores judeofóbicos tolerarían que durante siete años terroristas árabes y/o islamistas lanzasen más de 15.000 cohetes desde Ceuta y Melilla, o desde un territorio dentro de España, llegando los misiles a 40 kilómetros de Madrid, y que enviasen diariamente a islamikazes para explosionar en Barcelona, Sevilla, Zaragoza, Valencia, Toledo?
Estos judéofobos ¿no consideran un crimen de guerra la agresión contra la población civil israelí desde los territorios evacuados por Israel tres años atrás? ¿Cuándo vendrá la paz?
Los árabes tienen que aceptar la voluntad de existir de Israel.

Los árabes tienen que saber que Israel no desaparecerá.
Si los árabes-palestinos persisten en su nihilismo y exaltación de la muerte y odio a la alteridad, se verán abocados al fracaso total.

Una comunidad que gira sobre la destrucción de la alteridad, acaba siendo engullida por su propio odio.
La comunidad árabe-palestina tiene que pensar en crear, no en destruir; en trabajar y estudiar, no en vivir del subsidio del islamoterrorismo; en amar, y no en odiar.

No habrá paz mientras los árabes no amen más a sus hijos que lo que odian a sus enemigos.
Si los árabes-palestinos quieren realmente la paz, tendrán que desembarazarse de Hamás y similares, y negociar con Israel.

ANEXO
[1]http://www.libertaddigital.com/nacional/desalojan-el-edificio-de-la-television-publica-vasca-en-bilbao-tras-un-aviso-de-bomba-1276347181/
[2]http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Conflicto/18379/
[3]http://www.guysen.com/es/articles.php?sid=8800
[4]http://www.gees.org/articulo/6116/
[5]http://www.lavanguardia.es/internacional/noticias/20081227/53606766691/moratinos-condena-la-respuesta-desproporcionada-de-israel.html
[6]http://www.libertaddigital.com/mundo/el-psoe-exige-que-las-operaciones-de-israel-no-queden-impunes-1276347060/
[7]http://www.memri.org/bin/espanol/ultimasnoticias.cgi?ID=SD216408
[8]http://martinito.blogspot.com/2006/01/la-carta-fundacional-de-hams.html
[9]http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Diplomacia/18354/?utm_source=Noticias%2Bdiarias%2Bjueves&utm_medium=01-01-09%201ra%20edic
[10]http://www.lasextanoticias.com/noticia/hamas/no/deja/salir/gaza/heridos/359081
[11]http://blogs.periodistadigital.com/totalitarismo.php/2009/01/01/hay-arabes-palestinos-residentes-en-gaza
[12]http://blogs.periodistadigital.com/totalitarismo.php/2009/01/01/mujeres-de-hamas-juran-convertirse-en-bu
[13]http://www.memri.org/bin/espanol/ultimasnoticias.cgi?ID=SD216508
[14]http://www.aurora-israel.co.il/articulos/israel/Opinion/18339/


Fuente: El Periodista Digital

sábado, 3 de enero de 2009

Gaza no es Auschwitz





Ciertas veces no es necesario mirar el noticiero por televisión; las noticias se ven en directo desde la ventana del salón. Ningún canal dio aún a conocer la noticia; esta vez la primicia es nuestra. Todo el barrio ya sabe que un misil cayó cerca de casa, aquí en Ashkelon.
Mi mujer, asustada, acercó su nariz al ventanal del salón (la pantalla...en estos casos). Maaian, mi hija de cinco años, trató de calmarla y le dijo: "No te preocupes mami...Fue sólo un misil". Di-s le guarde la inocencia a mi hija.

Por momentos pienso en la genial película de Roberto Benigni, "La Vida es Bella", y también yo quisiera convencerla de que todo esto es un juego, y que aquel que gane y logre mantener la cordura, ganará un premio al final de la competencia.

Esta anécdota tiene ya nueve meses. Hoy día mi hija ya sabe lo que es un misil y también lo que es la guerra.
Sus dibujos, antes coloridos y llenos de personitas, corazones y mariposas comienzan a expresar sus temores. Hoy pueden verse en ellos nubes grises y lluviosas y flechas que caen del cielo.

¿La gente? La gente esta escondida en los refugios antimisiles.
La utilización del término Shoá (Holocuasto) en el marco del conflicto entre Israel y los palestinos llama a algunas reflexiones que quisiera hoy compartir con ustedes.

Ciertos grupos demuestran una clara tendencia a analizar unidimensionalmente los acontecimientos históricos. La complejidad de dichos eventos, hace que éstos puedan -a menudo- asemejarse pero jamás equipararse.
La diferencia esencial entre el actual conflicto no radica en la abrumadora dieferencia en el número de víctimas. Éso también sería pecar de simplismo. La diferencia fundamental entre ambos procesos es que el pueblo judío no tuvo responsabilidad alguna en lo ocurrido en la Alemania nazi durante el período 1933-1945.

Los judíos alemanes en los años previos al Holocausto, eran alemanes orgullosos de su nacionalidad. Hablaban alemán, leían periódicos en alemán y servían en el ejército alemán. Ningún judío alemán soñaba por entonces con tener autonomía política basada en una doctrina de terror. Mucho menos un Estado. El liderazgo judío alemán jamás pensó en adiestrar milicias para lanzar cohetes sobre población civil no-judía ni en contrabandear armamento para atacar cobarde e indiscriminadamente a sus vecinos no-judíos.

El Holocausto no puede siquiera catalogarse de "conflicto armado". Allí no hubo dos bandos.
Sólo víctimas de un lado y victimarios del otro. En Medio Oriente los ataques no son patrimonio de un sólo lado; las víctimas se desangran a ambos lados de la frontera.
Y si no mueren más civiles en Israel, no es porque los misiles de Hamás sean de cartulina sino por la proliferación de refugios antimisiles en cada casa y en cada calle. Hace algunos meses, Amnesty Internacional publicó un informe en el que afirma que la situación del pueblo palestino en la Franja de Gaza es la peor conocida desde 1967.

Ningún analista objetivo de la realidad podría afirmar que los mismos palestinos no tienen responsabilidad alguna en la situación que se vive por estos días en tierras del Hamás.
Los palestinos recibieron desde los acuerdos de Oslo a principios de la década del noventa más dinero del que recibió toda Europa después de la Segunda Guerra Mundial a través del Plan Marshall. Hamás no es un movimiento de liberación nacional. Sus móviles nada tienen que ver con la liberación de Gaza de manos israelíes, sino más bien con la "liberación" de todo el territorio israelí de manos judías.

En la enferma ideología del movimiento Hamas, judíos y cristianos son "infieles" que por su naturaleza inferior deben estar sometidos al poder islámico. Y hasta que éso no ocurra el dios de Hamás no hallará satisfacción. De hecho se podría decir que -en esencia- los móviles ideológicos de Hamás se parecen mucho más a los móviles del nazismo, que los móviles de Israel al ejecutar su represalia. De todos modos -ya lo dije- los procesos históricos son irrepetibles.
Con esta ideología simpatizó (¿simpatiza?) la inmensa mayoría de la población palestina residente en la franja de Gaza. Son ellos lo que aún no comprendieron que Hamás es la enfermedad, no el remedio. Son ellos los que no quieren asumir su propia responsabilidad por el fatídico cuadro de situación en el que se hallan inmersos. Si de cuadros hablamos, quisiera recordar una anécdota sobre el célebre Pablo Picasso. Picasso, exponía el 'Guernica' -una de sus obras cumbres- en un célebre museo de París, en tiempos de la ocupación alemana.

A los ojos de muchos, el 'Guernica' no es más que una masa desordenada de rostros sufrientes, ojos llorosos y humanidades sangrantes. Pero sabemos que es mucho más que eso.

El Guernica, estuvo inspirada en el bombardeo alemán contra el poblado de Guernica durante la guerra civil española.Y mientras Picasso exponía su obra, casualmente, un contingente de soldados alemanes visitaba el museo. Uno de ellos se acercó al artista y, sin poco cinismo, le dijo: "Dígame, ¿usted hizo esto?". Y Picasso, contundente, respondió: "No, ésto lo hicieron ustedes".

El odio fundamentalista profesado por el Hamás trajo la tragedia sobre su propio pueblo.
El cuadro lo pintaron ellos mismos, con sus propias manos.Quien compare al presente conflicto del Medio Oriente con el Holocausto lo hace –en el mejor de los casos- de pura pereza intelectual. Y si alguien lo hiciera deliberadamente, no sería de extrañar.

La enorme mayoría de las voces que comparan la embestida israelí en Gaza con el Holocausto, son las mismas voces que en otras circunstancias dirán que el Holocauto no existió.

Rabino Gustavo Surazski
Kehilat Netzach Israel – Ashkelon (Israel)