miércoles, 25 de febrero de 2009

Antisemitismo e ignorancia




El antisemitismo de la izquierda española ya ha sido tratado hace no mucho en esta misma columna, a propósito de su carácter cada vez más anómalo entre la izquierda europea. Se caracteriza por dos cosas: en primer lugar por un furioso antiamericanismo, disfrazado en cada momento de rechazo al presidente de turno que se comporte como tal. Hoy, lo que les atrae a Zapatero, Moratinos o Blanco de Obama es la posibilidad de que no se comporte como el presidente de Estados Unidos que es. Y esto incluye todo lo relacionado con Israel, aliado de EEUU por cuestiones morales y cívicas; las derivadas del hecho de que no se puede abandonar a una democracia en las garras de Hamás, Hezbolá y el patrono iraní. Como EEUU, en cuanto primera democracia del planeta, no flaquea en la defensa del pequeño país judío, éste ocupa un lugar central en el odio ideológico de la izquierda española.
En segundo lugar, el antisemitismo en el PSOE surge de un violento pacifismo, de rechazo histérico y agresivo del uso de la fuerza, aun en defensa propia. De hecho, el papel de la Secretaría de Estado de Cooperación no es más que la encarnación institucional de este pacifismo: se basa en la creencia de que inundando el mundo de millones de euros de los españoles, éste va a acabar amándonos. Porque ni siquiera se trata de comprar voluntades por el mundo en inconfesable defensa de los intereses españoles –que se consideran ilegítimos–, sino de regalarlos sin importar a quién, si democrático o totalitario. Nunca como hasta ahora España ha malgastado tanto dinero por el mundo, y nunca como hasta ahora nuestro país ha sido tomado menos en serio. Honor que corresponde a ZP, Pajín y ahora Soraya Rodríguez.
Para ambas cosas –para sospechar patológicamente de cualquier aliado estadounidense y atacar violentamente a quien usa la fuerza para defenderse, y para repartir el dinero de los españoles entre muchos de nuestros enemigos–, no hace falta nadie especialmente dotado de conocimientos diplomáticos o de política exterior. De hecho, lo que caracteriza el perfil de Soraya Rodríguez, como a su antecesora Leire Pajín, es la inexistencia de una carrera al margen de la política en la que hayan tenido que mostrar su valía profesional. Como muchos en la izquierda –y ahora también en la derecha– entraron de jóvenes en el partido, hicieron carrera dentro y a la sombra de él, y llegaron a la cúspide sin saber nada del mundo, pero sabiendo demasiado del funcionamiento interno de los partidos. E imbuidas del sectarismo ideológico propio de quien ha mamado información y opinión exclusivamente del diario El País. Politización excesiva, escasa cualificación profesional y sectarismo ideológico que comparten, además, con la ministra de Defensa, Carmen Chacón, también conocida por sus frecuentes errores y meteduras de pata diplomáticas.A efectos de capacitación y cualificación, España tiene uno de los peores gobiernos de toda su historia. Nunca como ahora el perfil intelectual y profesional de los gobernantes ha sido tan bajo, en términos de experiencia y currículos. Esta ignorancia extendida por el ejecutivo es una de las causas del auge del antisemitismo que muestran sus responsables. A falta de cualificación, el Gobierno funciona con clichés ideológicos, como los que antes sufríamos con Leire Pajín y ahora con Soraya Rodríguez. El antisemitismo del Gobierno del PSOE está íntimamente relacionado con la escasa ignorancia de algunos de sus miembros en sus materias, que sustituyen su escasa profesionalidad por el sectarismo y la ideologización extrema. Es verdad que la ignorancia se cura viajando. Pero en el caso de este Gobierno, no será así, porque Soraya Rodríguez, como antes Pajín y ahora Fernández de la Vega, muestran un gusto excesivo por los viajes, pero escaso apego por aprender las reglas básicas por las que se mueven el mundo y la diplomacia. Entre tanto viaje, de vez en cuando una bofetada progre a Israel. Otra más, que no será la única.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

Fuente: Libertad Digital

sábado, 14 de febrero de 2009

Una kefiya para el PP




El Partido Popular puede seguir diciendo, en una letanía interminable, que sus principios políticos no han cambiado y que son los mismos de siempre. Su apoyo a la proposición izquierdista del pasado día 12, llenan de preocupación y dan la razón a quienes denuncian el entreguismo que en cuestiones fundamentales hace el PP a la neoizquierda de Zapatero.
Y es más grave cuando afectan a temas tan esenciales como la lucha contra el terrorismo.

Esta es la defensa del PSOE de la proposición izquierdista que el PP hace inexplicablemente suya:Hamás ha provocado y alentado con sus ataques hacia poblaciones israelíes esta dramática situación, demostrando una gran irresponsabilidad y un desprecio absoluto a la seguridad de su pueblo; sin embargo, el legítimo derecho de Israel a defenderse no puede suponer en absoluto una carta blanca para infligir un castigo colectivo a la población civil palestina. Israel ha rebasado muchas líneas rojas durante los veintidós días de ofensiva, y por ello desde mi grupo creemos necesario ofrecer un firme apoyo a la iniciativa del secretario general de Naciones Unidas para esclarecer y deslindar toda responsabilidad de cualquier posible violación del derecho humanitario internacional que haya podido cometerse las pasadas semana.

Ya es grave que el Partido Popular no se indigne cuando se recuerda la "irresponsabilidad" de Hamás, pero se denuncia el "castigo colectivo", el "traspaso de líneas rojas" y la "posible violación del derecho humanitario" de Israel, haciendo suya sin pestañear la interpretación de Zapatero del conflicto. Si el PP cree que los enemigos de la democracia se comportan "irresponsablemente", pero las democracias violan el derecho humanitario, llevan a cabo castigos colectivos y traspasan líneas rojas, lo mejor que puede hacer es revisar los principios que sustentaron la lucha antiterrorista entre 1996 y 2004 y sumarse a la Alianza de Civilizaciones y el apaciguamiento que ZP lleva a cabo desde el 14M.

Pero resulta aún más sorprendente que el portavoz del PP haga suyo en sede parlamentaria el vocabulario radical palestino: cuando habla de la "maquinaria militar israelí" suena como cuando la izquierda abertzale habla de la "maquinaria represiva del Estado español" para referirse a la respuesta democrática al terrorismo de ETA.

Porque de eso precisamente se trata: Hamás es un grupo totalitario que emplea métodos terroristas contra los palestinos y los israelíes, y la democracia israelí trata de hacerle frente como buenamente puede.En relación con los grupos totalitarios, no hay víctimas de primera ni víctimas de segunda, Estados con derecho a defenderse y Estados puestos bajo sospecha cuando lo hacen. Esto debiera saberlo el PP, porque él fue –eran otros tiempos– el que hizo de esto un principio irrenunciable. Por eso resulta moralmente repugnante e intelectualmente inadmisible que se proponga combatir el terrorismo aquí, pero se desconfíe cuando otras democracias lo hacen.

¿Que pensaría el PP si alguien calificara a ETA de "irresponsable" y fiscalizara la actuación de las fuerzas de seguridad cuando los terroristas se quejaran? Pues eso es lo que está apoyando el partido de la derecha: hacer a los demás lo que no se admite que se haga consigo mismo.

Tras el alto el fuego, Hamás ha continuado con los actos criminales; más de 70 palestinos asesinados por quienes el Congreso, con el PP incluido, llama "irresponsables". Si hacer el juego a los islamistas de allí y a los izquierdistas de aquí va a ser parte del programa que el PP presente a las próximas elecciones europeas, lo mejor es que lo diga.
Le regalaremos una kefiya.

GEES, Grupo de Estudios Estratégicos.

Fuente: Libertad Digital

sábado, 7 de febrero de 2009

¿Qué significa "desproporcionada"?




El País - España

Ante un conflicto, la opinión se divide entre los incondicionales, queya han decidido quién tiene y quién no tiene razón, y loscircunspectos, que consideran ésta o aquella acción como oportuna oinoportuna en función de las circunstancias, sin perjuicio de mantenercierta reserva hasta estar más informados.
En Oriente Próximo no se lucha sólo para hacer respetar unas reglasdel juego, sino para establecerlasEl enfrentamiento en Gaza, por sangriento y terrible que sea, dejaasomar, sin embargo, una luz de esperanza que las imágenes dramáticasmuchas veces ocultan.

Por primera vez en el conflicto de OrientePróximo, el fanatismo de los incondicionales parece minoritario. El debate entre los israelíes (¿es el momento?, ¿hasta dónde?, ¿hasta cuándo?) se desarrolla como es habitual en una democracia. Lo sorprendente es que hay un debate similar a micrófono abierto entrelos palestinos y sus partidarios, hasta el punto de que, inclusodespués de que comenzaran las operaciones israelíes de castigo, Mahmud Abbas, jefe de la Autoridad Palestina, tuvo el valor de achacar a Hamás la responsabilidad inicial del sufrimiento de la población civil en Gaza, por haber roto la tregua.

Por desgracia, las reacciones de la opinión pública mundial medios de comunicación, diplomáticos, autoridades morales y políticas parecen ir con retraso respecto a la evolución de los directamente afectados. Es obligatorio destacar la palabra que triunfa y cimenta un tercer tipo de incondicionalidad, que condena urbi et orbi la actuación de Jerusalén por considerarla "desproporcionada".
A las imágenes de Gaza bajo las bombas se añade, por consenso universal e inmediato, el subtítulo de que Israel actúa de manera desproporcionada.

A veces, los reportajes y comentarios añaden palabras como "matanzas" y "guerra total". Afortunadamente, hasta ahora se ha evitado el vocablo"genocidio".

¿Será tal vez que el recuerdo del "genocidio de Yenín" (60 muertos), repetido machaconamente y después olvidado, paraliza el exceso deexcesos? No obstante, la avalancha de opiniones se rige por la condena incondicional, a priori, de la desmesura judía.
Consultemos el primer diccionario a mano: desproporcionado es lo que está fuera de proporción, bien porque la proporción no existe, bien porque se ha roto, se ha transgredido. Esta segunda acepción es la quese utiliza para fustigar las represalias israelíes, que se consideran excesivas, incongruentes, discordantes, que superan los límites y las normas.
El sobrentendido es quizá que existe un estado normal en elconflicto entre Israel y Hamás y que el belicismo de Tsahal (el Ejército israelí) lo desequilibra, como si el conflicto no fuera -como todo conflicto serio- desproporcionado desde su propio origen.

¿Cuál es la proporción justa que hay que respetar para que Israel cuente con unas opiniones favorables? ¿Que el Ejército israelí no utilice su superioridad técnica y se limite a emplear las mismas armas que Hamás, es decir, la guerra de los imprecisos misiles Grad, las piedras, la estrategia de los atentados suicidas a discreción, las bombas humanas y la selección deliberada de las poblaciones civiles como objetivos? O, mejor aún, ¿convendría que Israel espere pacientemente a que Hamás, gracias a Irán y Siria, "equilibre" su potencia de fuego?

A no ser que se trate de equilibrar no sólo los medios militares, sino los fines que se persiguen. Ya que Hamás -en contra de la Autoridad Palestina- se obstina en no reconocer el derecho de existir del Estado judío y sueña con la aniquilación de Israel, ¿querríamos que Israel imite ese radicalismo y proceda a una gigantesca limpieza étnica? ¿De verdad queremos que Israel refleje "de forma proporcional" los deseos exterminadores de Hamás?

Cuando ahondamos en los sobrentendidos del reproche biempensante sobrela "reacción desproporcionada", descubrimos que Pascal tiene razón yque "quien quiere pasar por ángel, se vuelve una bestia". Todos los conflictos, ya estén latentes o en ebullición, son por naturaleza "desproporcionados".
Si los adversarios llegaran a un acuerdo sobre eluso de sus medios y los fines que reivindican, dejarían de ser adversarios. Donde hay un conflicto, hay una falta de entendimiento, por lo que cada bando se esfuerza en utilizar sus ventajas y explotarlas debilidades del contrario.

Tsahal no renuncia a ello y "se aprovecha" de su superioridad técnica para escoger sus objetivos. Y Hamás tampoco, porque utiliza a la población de Gaza como escudos humanos sin tener en cuenta los escrúpulos morales ni las obligaciones diplomáticas de su adversario.

Para trabajar a favor de la paz en Oriente Próximo, es necesario huir de las tentaciones de la incondicionalidad, que persiguen no sólo a los fanáticos dispuestos a todo, sino también a las almas angélicas que sueñan con una sacrosanta "proporción" que equilibre de manera providencial los conflictos asesinos.

En Oriente Próximo, no se lucha sólo para hacer respetar unas reglas del juego, sino para establecerlas. Está bien debatir libremente sobre la oportunidad de ésta o aquella iniciativa militar o diplomática, pero sin considerar que el problema está resuelto de antemano por la mano invisible de la buena conciencia mundial.

Querer sobrevivir no esdesproporcionado.

André Glucksmann

André Glucksmann es filósofo francés.
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia