jueves, 26 de abril de 2012

A este paso, todos los seres humanos serán refugiados palestinos

"A este paso, todos los seres humanos serán refugiados palestinos" :: Mundo :: Oriente Medio :: Periodista Digital

De todas las cuestiones que mueven el conflicto árabe israelí, ninguna es más capital, perversa, relevante, longeva, emotiva y compleja que la situación de las personas conocidas como refugiados palestinos.

Los orígenes de este caso en particular, destaca Nitza Nachmias, de la Universidad de Tel Aviv, se remontan al Conde Folke Bernadotte, mediador del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Aludiendo a los árabes que huyeron del mandato británico de Palestina, en 1948 afirmaba que las Naciones Unidas tenían "la responsabilidad de su bienestar" porque fue una decisión de las Naciones Unidas, la creación de Israel, lo que les convertía en refugiados.

Con independencia de lo impreciso de su opinión, sigue viva y convincente y ayuda a explicar la razón de que las Naciones Unidas dediquen una atención extraordinaria a los refugiados de Palestina en ausencia de su propio estado.

Fieles a la herencia de Bernadotte, las Naciones Unidas montaron un abanico de instituciones especiales destinadas en exclusiva a los refugiados palestinos. De ellas, la United Nations Relief and Works Agency for Palestine Refugees, fundada en 1949, destaca como la más importante. Es al mismo tiempo la única organización de refugiados que se encarga de una población concreta (la Alta Comisión para los Refugiados de las Naciones Unidas se ocupa de todos los refugiados que no son palestinos) y la organización más grande de las Naciones Unidas (en términos de plantilla).

La UNRWA define al parecer sus competencias con gran concreción: "Los refugiados de Palestina son personas cuya residencia normal era Palestina entre junio de 1946 y mayo de 1948, que perdieron tanto sus casas como su medio de vida como resultado del conflicto árabe-israelí de 1948". Las filas de estos refugiados (que inicialmente incluían a algunos judíos) se han reducido, por supuesto, mucho durante los últimos 64 años. Aceptando la cifra (exagerada) de la UNRWA de 750.000 refugiados originales de Palestina, solamente una fracción de esa cifra, unas 150.000 personas, sigue viva.
La plantilla de la UNRWA ha implantado tres medidas extraordinarias con los años con el fin de ampliar la definición de refugiados de Palestina.
En primer lugar, y en contra de la práctica universal aceptada, amplía el estatus de refugiado a los que pasaron a ser ciudadanos legales de un estado árabe (Jordania en particular).
En segundo, en 1965 adoptó la decisión desapercibida que amplía la definición de "refugiado de Palestina" a los descendientes de esos refugiados que son varones, cambio que permite a los refugiados de Palestina trasladar de manera extraordinaria su situación de refugiado a las generaciones posteriores. El gobierno estadounidense, el donante más importante de la agencia, sólo protestó ligeramente ante este cambio trascendental.
La Asamblea General de las Naciones Unidas lo aprobó en 1982, de forma que ahora la definición de refugiados de Palestina incluye oficialmente "a los descendientes de los refugiados de Palestina varones, incluyendo a los menores de edad legalmente adoptados". En tercer lugar, la UNRWA añadió en 1967 a su nómina a los refugiados de la Guerra de los Seis Días; en la actualidad constituyen alrededor de la quinta parte del total de refugiados de Palestina.
Estas alteraciones surtieron resultados dramáticos. En contraste con todas las demás poblaciones de refugiados, que reducen su número a medida que la gente va asentándose o fallece, la población de refugiados de Palestina ha crecido con el tiempo. La UNRWA reconoce este fenómeno barroco: "Cuando la Agencia empezó a funcionar en 1950, respondía a las necesidades de unos 750.000 refugiados de Palestina. Hoy, 5 millones de refugiados de Palestina están afiliados a los servicios de la UNRWA".
Además, según James G. Lindsay, antiguo consejero de la UNRWA, con la definición de la UNRWA, esa cifra de 5 millones solamente representa a la mitad de los que tienen derecho potencialmente a acogerse a la definición de refugiado de Palestina.
Una llave gigante (se rumorea que la más grande del mundo) remata la entrada al Campamento Aida de Refugiados de Belén, recordando a sus inquilinos que insistan en su "derecho de retorno".
En otras palabras, en lugar de reducirse cinco órdenes a lo largo de seis décadas, la UNRWA ha hecho multiplicar la población de refugiados en casi siete órdenes. Esa cifra podría crecer todavía más rápido debido a la creciente opinión de que las refugiadas también deberían de pasar a la descendencia su situación de refugiado. Hasta cuando, dentro de unos 40 años, el último de los refugiados reales del mandato de Palestina fallezca, los pseudo-refugiados seguirán proliferando. De ahí que la posición de "refugiados de Palestina" vaya camino de crecer indefinidamente. Dicho de otra forma, como destaca Steven J. Rosen, del Middle East Forum: "Teniendo en cuenta el reglamento de la UNRWA, todos los seres humanos serán a este paso refugiados palestinos".
Si la situación de refugiado de Palestina fuera saludable, esta ampliación infinita no importaría en absoluto. Pero la situación guarda implicaciones destructivas para las dos partes: para Israel, que adolece de los ataques de una categoría de personas cuya vida está truncada y distorsionada por el sueño imposible de retorno a las casas de sus tatarabuelos; y para los propios "refugiados", cuya situación implica una cultura de dependencia, agravios, indignación y frivolidad.

Todos los demás refugiados de la era de la Segunda Guerra Mundial (mis propios padres incluidos) llevan tiempo regularizados; la posición de refugiados de Palestina ya se ha prolongado durante demasiado tiempo y ha de ser limitada a los refugiados reales antes de causar más daños.

Autor: Daniel Pipes
Source: http://www.periodistadigital.com/

martes, 17 de abril de 2012

Hacia una comprensión de la Shoa


Casi 60 años pasaron desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y de la caída del nazismo. Sin embargo la herida del Holocausto sigue abierta en el cuerpo del pueblo judío, como así también la polémica. ¿Cómo fue posible? ¿Por qué no se resistieron? ¿Por qué no se rebelaron? ¿Sabían los aliados lo que estaba ocurriendo? Preguntas y más preguntas, interrogantes y más interrogantes. Mientras tanto, los sobrevivientes van muriendo, los asesinos siguen escapando al castigo y las voces negadoras de la Shoa cada vez cobran más fuerza.

Tras muchos años de estudiar el tema, he llegado a algunas conclusiones que considero que son las más aproximadas a una explicación del Holocausto. No digo que sean verdades absolutas ni que sean la respuesta definitiva, sino que son algunos elementos que el día de mañana podrá servir para entender lo ocurrido y evitar que vuelva a ocurrir.

¿Fue un suceso único en la historia Judía?
Entre los siglos XI y XIII, durante las Cruzadas, 150 comunidades judías del Valle del Rin, más cinco importantes comunidades inglesas fueron arrasadas. El número de víctimas se calcula en unos 170.000 entre una población judía en Europa estimada en unos tres millones y medio de individuos.
Por la plaga desatada en el siglo XIV (la Peste Negra o peste bubónica), los judíos, acusados de haberla provocado, fueron masacrados en Francia, Alemania, Austria, Bohemia e Italia (cantidad de víctimas calculadas: unas 280.000).

La Inquisición española es considerada responsable directa de la muerte de más de 100.000 judíos.
Los cosacos de Chmelnicki, entre los años 1648/54 asesinaron a más de 100.000 judíos en Podolia, Wolinia y la Ucrania polaca (en esa época vivían en Polonia unos 800.000 judíos). Masacres, persecuciones, acusaciones.

Vemos que son una constante en la historia judía. Desde este aspecto la Shoa no tiene nada de original, nada de nuevo, pero… fue en nuestros tiempos, todos conocemos a alguien con un número tatuado, sobre todo acá en Israel, todos conocemos historias de primera mano, relatadas por sus protagonistas, y ese es uno de los factores que hacen diferente a la Shoa. No leemos acerca de ella en viejos libros de historia, sino que podemos recorrer los lugares en que ocurrió la tragedia y ver todavía las huellas de la misma.

Otro factor es que en los casos anteriores existía la opción de la conversión, mientras que los nazis enviaron a las cámaras de gas a cristianos profesantes (incluso curas y monjas) porque descendían de judíos. Tenemos que remontarnos a los tiempos de Ester para hallar un paralelo de esta furia asesina. También Hamán quiso exterminar a todos los judíos sin que importara su religión.

Si quisiéramos buscarle una explicación a la Shoa, también tendríamos que encontrársela a las otras masacres: odio religioso, codicia por los bienes judíos, endeudamiento de los nobles con los prestamistas judíos, etc., todo esto sirvió como detonante, y al mismo tiempo sentó las bases “morales” para la actuación del nazismo, proporcionando a Hitler y sus secuaces la impunidad basada en 2000 años de historia sangrienta.

Metodología del asesinato
Otra diferencia con las masacres anteriores es la metodología aplicada.

Mientras que en los casos anteriores las turbas se lanzaban sobre los judíos, degollándolos sin piedad, o tribunales secretos arrancaban confesiones por medio de la tortura y juzgaban a sus víctimas, condenándolas en base a esas confesiones, los nazis aplicaron todos sus recursos humanos y técnicos en su tarea.

Inclusive se puede hablar del uso de la psicología para preparar a sus víctimas y asegurarse su docilidad. Sería muy largo explicar todos los pasos que seguían los nazis, pero se puede hacer un resumen.
Antes que nada debo aclarar que en Europa Oriental aplicaron un método diferente al aplicado en Occidente.
Vamos a hablar primero de Europa Oriental, donde se encontraban las concentraciones más grandes de judíos.

El eje de la vida judía en Polonia, Rumania, etc., estaba centrado en el Shtetl, el pequeño pueblito tan conocido a través de las historias de Sholem Aleijem y Mendele Mojer Sforim. Cuando las fuerzas nazis entraban a estos villorrios, lo primero que hacían era ejecutar a los dirigentes de las comunidades, descabezándolas. Luego todos los habitantes eran forzados a abandonar el lugar donde habían vivido por generaciones, para ser conducidos a las grandes ciudades como Varsovia, Cracovia, Lodz, etc. Sin dirigentes, desarraigados, se veían enfrentados a lo desconocido.

En las ciudades, ante la notable afluencia de judíos de los alrededores, estallaban motines “espontáneos” (organizados por los mismos alemanes con la complicidad de los antisemitas locales), por lo que los nazis, para “proteger” a los judíos, los confinaban en sectores determinados de la ciudad, y es ahí donde los judíos de Polonia, Lituania, etc., encontraban algo que les era familiar, algo a lo que estaban acostumbrados, el ghetto. “Si había un ghetto, es que no pasaba nada raro”, pensaban. Luego los nazis designaban los Judenrat, los Consejos Judíos, integrados por notables de la comunidad, creando así entre las masas la ilusión de un autogobierno.

Poco a poco las condiciones en los ghettos iban empeorando. Y es entonces cuando los nazis ponen en práctica la segunda parte de su plan: el reclutamiento de mano de obra esclava para las diversas fábricas. Para ello obligan a los Judenrat a elaborar padrones de personas aptas para el trabajo, a las cuales se provee de cartillas en las que consta que son obreros de algunos de los muchos establecimientos. Y es aquí cuando comienza un juego verdaderamente macabro, destinado a hacer desaparecer los últimos vestigios de fuerza moral en los judíos. Se inician las deportaciones con destino desconocido. Al principio los deportados son los que carecen de la mencionada cartilla. Los afortunados, junto con sus familias, permanecen a salvo. Pero un día comienza a circular el rumor de que saldrá un nuevo tipo de cartilla que reemplazará al anterior, rumor que es confirmado por el Judenrat. Hay quienes dicen que la nueva cartilla no es otra cosa que una trampa para atrapar a los que no están empadronados, y se aferran a la cartilla original, mientras que otros optan por cambiar. Se produce una redada y los que poseen la nueva cartilla están a salvo, mientras que los otros son deportados. Tras unos días de tranquilidad, hay otra redada y sin que importe la cartilla que poseen, los que son capturados desaparecen. Y otra vez el juego vuelve a comenzar. Esto va minando la resistencia moral de las víctimas, las que en definitiva terminan entregándose a su destino.
Desaparición de dirigentes, desarraigo, pogroms, el retorno del ghetto, “autogobierno”, el juego de las cartillas, todo eso elimina cualquier atisbo de rebelión.

Y por fin viene la gran comedia del transporte hacia “los campos de trabajo en el este”. Es la posibilidad de salir del ghetto e iniciar una nueva vida en “territorios autónomos”, alejándose para siempre de los cadáveres en las calles y el terror nocturno. Y los trenes de ganado parten hacia los campos de exterminio.

Al llegar no se les da tiempo de reaccionar. Las familias son separadas con una celeridad pasmosa. Luego viene la primera selección. Los que van a las cámaras se ven bombardeados hasta el último momento con mentiras en las que prefieren creer. Hay oficiales nazis que piden enfermeras, peluqueros, sastres, y las pobres víctimas creen que hay una posibilidad. Les entregan el jabón, que nadie examina (solo unos pocos se dan cuenta que son trozos de piedra) y se produce la entrada a las cámaras. Es el fin.

En Europa Occidental la metodología es distinta. El judío no es tan fácilmente identificable, pues está asimilado a la sociedad circundante. Pero los nazis encuentran la forma de reconocer a sus víctimas. En cada ciudad se abren centros para gestionar los nuevos documentos de identidad. Cada uno debe llenar un cuestionario aparentemente anodino: nombre, apellido, dirección, profesión y… religión que profesa (hay un apartado que dice: “En caso de no profesar ninguna religión, ¿sus padres profesaban alguna?”). Así son identificados los judíos.

Al judío francés u holandés no se lo puede encerrar en un ghetto. Se lo señala con la estrella amarilla y se lo excluye de la actividad pública y comercial, de las escuelas, de las profesiones liberales. Se lo va estrangulando económicamente. Luego es llevado a campos de tránsito donde cada familia continua unida, hay escuelas y actividades culturales. Hasta que un día se lo hace subir a un tren de pasajeros con todas las comodidades de un tren común, con destino a… la muerte.

Uno de estos trenes se detuvo en una ocasión en una estación alemana. Una mujer aria pura, esposa de un héroe de la Luftwaffe, subió por error con sus dos hijos al convoy. Cuando se quiso dar cuenta, había llegado a Treblinka. De nada le valió mostrar sus documentos y los de sus hijos. Lo que estaba ocurriendo en el lugar era secreto, así que fue gaseada junto con sus hijos… como los judíos.

Como detalle debo agregar que el porcentaje de sobrevivientes más grande se da entre los judíos de Europa Oriental, por una razón muy simple. El judío del este está acostumbrado a luchar con uñas y dientes para sobrevivir desde hace generaciones, está acostumbrado a verse despreciado, golpeado, humillado, y tiene la fuerza necesaria para resistir, el instinto para sobrevivir, mientras que el judío del oeste se ve arrancado de un mundo en el que no se diferenciaba del no judío, para verse arrojado a un infierno que nunca había imaginado. Este hombre, que a lo mejor vivía en el mejor barrio parisino, enviaba a sus hijos a la más exclusiva de las escuelas, se ve de pronto transformado en un simple número, se ve degradado, rebajado, entonces se abandona a la muerte, cuando no se suicida directamente.

¿Los aliados dónde estaban?
Es evidente que desde la asunción de Hitler al poder el mundo entero veía venir la tormenta. En “Mi lucha” ya se habla de suprimir a los judíos.

Pero las potencias de entonces se mantuvieron indiferentes.
Nada se dijo de las leyes raciales, nada se dijo cuando “la Noche de los Cristales”, el barco “St. Louis” con su triste carga de casi mil refugiados, tras deambular por medio mundo, debió volver a Hamburgo, pues nadie quería a esos judíos (el gobierno de EEUU, inspirado por Joseph Kennedy, padre de John y conocido germanófilo, presionó al gobierno cubano para que no permitiera el desembarco de los refugiados), los aliados interceptaron informes de los Einsartzgruppen que daban cuenta de los fusilamientos en Rusia y las cantidades de víctimas, hay numerosas fotos aéreas de Auschwitz, el suicidio de Zigelboim en Inglaterra fue en vano, nadie quería escuchar el informe de los exterminios, la Cruz Roja visitaba ghettos y campos como Therezinstadt y aceptaban la palabra de los alemanes, sin escuchar a las víctimas y fue el general Patton el que dijo, al liberar Mauthausen:Tendríamos que haber llegado dos días más tarde”, Suiza devolvió a los judíos que cruzaban sus fronteras, Suecia realizaba negocios con Alemania, la Ford era socia de la Volkswagen y hacía grandes negocios con Alemania, mientras los soldados americanos morían en África, en Italia y en Normandía, el Vaticano callaba, aunque muchos cristianos iban a las cámaras de gas como judíos, mientras aplaudía que en Dresde se hubiera consagrado una iglesia a nombre de Hitler.

El mundo sabía, el mundo era indiferente, el mundo era cómplice.

De resistencia y resistentes
Mucho se habla de la falta de resistencia por parte de los judíos. Sin embargo no es tan así.
Si bien los actos de rebelión armada fueron pocos, hubo otros actos que pueden ser catalogados de resistencia.

En los ghettos se efectuaban ceremonias religiosas (prohibidas por los nazis), había ieshivot, los movimientos sionistas montaron escuelas y entrenaban a futuros jalutzim, historiadores como Ringelblum llevaban diarios donde se narraban los sucesos en los ghettos (estos diarios, junto con declaraciones de sobrevivientes, sirvieron para reconstruir la historia del Ghetto de Varsovia), en los orfanatos se trataba de mantener una chispa de esperanza en los niños, los dibujantes del “taller de arte” de Therezinstadt ilustraron con sus dibujos clandestinos la verdad sobre este “ghetto modelo” creado por los nazis para engañar al mundo.

Todas estas pueden también ser consideradas formas de resistencia tan válidas como la lucha armada.

Conclusión
No fue un caso único en la historia judía, pero por la forma en que fue llevado a cabo, asume características particulares.

¿Por qué se produjo? Causas económicas, políticas, y por sobre todas las cosas, como dije antes, 2000 años de antisemitismo, que le dieron la base moral al nazismo para actuar.

Una de las consecuencias visibles de la Shoa es que la situación de los sobrevivientes en una Europa que se había convertido en un inmenso cementerio hizo perentorio el dar una solución para esta gente, y sirvió como factor de presión para que las Naciones Unidas terminaran votando la Partición de Palestina y el nacimiento de un estado judío. No fue el único factor, pero si uno de los más importantes.

Repito lo dicho al principio de este artículo. Hubo muchas masacres a lo largo de la historia judía. Pero la Shoa nos duele más porque está cercana a nosotros en el tiempo, porque conocemos sobrevivientes, porque sabemos sus historias ya que nos las narraron en directo, sabemos los nombres de nuestros parientes asesinados y vemos sus rostros en alguna fotografía borrosa. Y está en nosotros no permitir que esos rostros pierdan un día sus nombres.

Autor: Israel Winicki
Fuente: http://www.porisrael.org/

domingo, 8 de abril de 2012

Sweden’s ‘Damn Jew’ Problem



Wearing a yarmulke is no longer safe in the city of Malmö. The mayor blames the Jews, while other Swedish politicians point to ‘social inequality.’



The store window had been smashed many times before. The shoe-repair shop is located in one of the rougher parts of Malmö, Sweden, and the Jewish owner, a native of the city, had gotten used to this sort of vandalism. But in the spring of 2004, a group of immigrants just under the age of 15—too young to be prosecuted by Swedish law—walked into the store yelling about “damn Jews.” The owner was hit in the face by one of the boys. Yasha, an 85-year-old customer and relative of mine, was struck in the back of his head. The doctor who received him at the emergency room concluded that he must have been hit with a blunt object. “I left Poland to get away from anti-Semitism,” he later told the police. “But at least there I never experienced any violence. That only happened to me here, in Sweden.”The Jews of Malmö, a community of about 1,500 in a city of 300,000, are living through a new form of anti-Semitism. This kind does not stem from neo-Nazis or right-wing extremists—traditional perpetrators of European Jew-hatred—but has come to the city through immigrants from North Africa and the Middle East and is part of a larger, countrywide problem of failed integration. According to the 2011 census, one in 10 Malmö citizens comes from the Middle East and North Africa, and ethnic Swedes are no longer in the majority among 15-year-olds. In 2009, 60 hate crimes against Jews were reported in Malmö, ranging from hate speech to assault. The city’s Chicago-born Chabad rabbi, Shneur Kesselman, estimates that he alone has been the victim of 100 incidents during his few years in the city. A dozen families have already left Malmö for Stockholm, Israel, or the United States because of anti-Semitism, according to community leaders.

If only this were the whole problem. But Malmö’s mayor of 17 years, Ilmar Reepalu, has “Tourettes syndrome with respect to Jews,” according to Kvällsposten, a Swedish newspaper. Last week, Reepalu, a Social Democrat, made headlines across the country after I published an interview with him in which he said that Sweden Democrats, an anti-immigrant party with its roots in the Swedish neo-Nazi movement, had “infiltrated” Malmö’s Jewish community in order to turn it against Muslims. On Monday, he was publicly reprimanded by the head of his party.

Reeplau has promised that he is no anti-Semite, but this is far from the first time that he has put his foot in his mouth on the subject of Jews. When a journalist from the Malmö daily Skånska Dagbladet asked him in January 2010 about growing anti-Semitism in his city, he replied, “We accept neither anti-Semitism nor Zionism in Malmö.” His reaction to the fact that Jews are leaving his city because of anti-Semitism was to maintain that “there have been no attacks against Jews, and if Jews want to leave for Israel that is not a concern for Malmö.” In an interview with Danish television in March 2010, he described criticism about his statements regarding Jews and Zionism as an attack orchestrated by “the Israeli lobby.” When I met him in February he clarified the latter statement: “I understand that my words were misinterpreted as being somehow anti-Semitic,” he said. “I shouldn’t have called it ‘an Israeli lobby’ but ‘a pro-Israeli lobby.’ ”

During Israel’s 2008-2009 war against Hamas in Gaza, there was a sharp increase in anti-Semitic violence in Malmö—but the mayor didn’t seem concerned. On Dec. 27, 2008, as Israel Defense Forces launched Operation Cast Lead, the Jewish community of Malmö held a demonstration in the city’s main square to express sympathy for “all civilian victims” in Gaza and the Jewish state. They were soon confronted by a much larger counter-demonstration, consisting mainly of immigrants from the Middle East. The Jews were singing hine ma tov, but was their song was overwhelmed by chants of “damn Jews” and “Hitler, Hitler, Hitler!” A glass bottle flew through the air and hit a Jewish girl in the back. When a homemade bomb was fired straight into the Jewish group, the police decided to evacuate them. The Jews fled from the square but were followed by kids who used cellphones to report back to the counter-demonstration with which direction “the Jews” were heading. Among those running were 85-year-old Yasha’s grandchildren, all born and raised in Malmö.

When Reepalu was questioned about these events, he chose to criticize the Jews of his city for not taking a firm stand against the policies of the state of Israel: “Instead they choose to have a demonstration at the main square, which can send the wrong signals,” he said, while referring in passing to Israel’s “genocide” in Gaza.

Two months after the Cast Lead demonstration, I went to Malmö on the occasion of a Davis Cup tennis match between Sweden and Israel. The city made the decision that no audience would be allowed at the match, marking the first time Sweden decided to subject a country to a sports boycott since barring South African athletes from entering the country during apartheid. “Don’t forget,” said Reepalu, “this isn’t a match against just anyone. It’s a match against the state of Israel.” Anarchists, feminists, Islamists, and left-wing extremists from around the country gathered in the city to protest against Israel.

I found out from a friend that the Jewish community was hosting a secret welcome party for the Israeli tennis players. The party had not been publicly announced; the information was spread by word of mouth. My friend hushed me when I told the taxi driver where we were going–this is one of those things that Malmö’s Jews have learned to do–and instead gave him an address near the Jewish Community Center. We had to walk for a few blocks before we turned into an empty street that had been sealed off by cars from the Swedish Security Service.

***

At the end of 2010, Shimon Samuels and Rabbi Abraham Cooper from the Simon Wiesenthal Center in Los Angeles visited Malmö to judge the situation first-hand. They met in Stockholm with Reepalu and Sweden’s conservative Secretary of Justice Beatrice Ask. At these meetings Reepalu and Ask were informed that the Wiesenthal Center would issue a travel advisory for Jews visiting southern Sweden. Later, the Center issued a statement: “A contributing factor to this decision has been the outrageous remarks of Malmö mayor Ilmar Reepalu, who blames the Jewish community for failing to denounce Israel. The travel advisory urges extreme caution when visiting southern Sweden. It is not connected to last week’s Islamist terrorist bombing in the heart of Stockholm.”

When the Wiesenthal Center repeated the travel advisory at the beginning of 2012, Reepalu called the decision bizarre: “I get the impression that the aim of the [Simon Wiesenthal] Center is to make people forget what is going on in the state of Israel—human rights abuse that all people should denounce.” When I met with the mayor in February, he added: “I realize that this is a minefield, but I will happily enter it in order for this issue to get the right proportions. I get accused of being an anti-Semite when I say that Jews are actually not the only ones having a hard time, but that things are actually just as hard and sometimes even harder for other groups.”

Continue reading: Riots in the welfare state

By Paulina Neuding
Source: Tablemag

The Exodus From Paducah, 1862

‘When General Grant Expelled the Jews,’


Jonathan D. Sarna’s provocative new book, “When General Grant Expelled the Jews,” is exactly what it sounds like: an account of how Gen. Ulysses S. Grant issued an order to expel Jews from their homes in the midst of the Civil War. Anyone seeking to rock the Passover Seder with political debate will find the perfect conversation piece in Mr. Sarna’s account of this startling American story.

There are good reasons that the document known as General Orders No. 11 has remained only a footnote to Civil War history. Argument endures about what Grant meant, how much damage his order inflicted and how significant this act of explicit anti-Semitism really was. But the incontrovertible part of the story is that the perception of profiteering in Paducah, Ky., and his tendency to use the words “profiteer” and “Jew” interchangeably, provoked a written outburst from Grant, commander of the Territory of the Department of the Tennessee, which included Paducah.

On Dec. 17, 1862, Grant issued the order that read: “The Jews, as a class violating every regulation of trade established by the Treasury Department and also department orders, are hereby expelled from this department within 24 hours from the receipt of this order.” While this mandate conformed to Grant’s pattern of associating Jews with illicit business activities, the exact reasons for his action are anything but clear. What is clear is that on Jan. 4, 1863, one week from the day (Dec. 28, 1862) on which Paducah’s Jews were actually expelled, President Abraham Lincoln ordered Grant to revoke the controversial edict.

What tangible damage did the expulsion do? Very little, as far as Mr. Sarna, chief historian at the National Museum of American Jewish History and the co-editor of “Jews and the Civil War: A Reader” can tell. He can provide no individual accounts of families fleeing the order, no more than four affidavits about the expulsion and no reports of physical hardship beyond those who claimed they had been jailed briefly, treated roughly or forbidden from changing out of wet clothes. It is not the magnitude of the incident that makes it so enduring, ugly or willfully ignored.

The reaction of one Jewish merchant in Paducah, Cesar Kaskel, touched off a firestorm. He took off on what Mr. Sarna calls a “Paul Revere-like ride to Washington.” He alerted and roused the press. And he managed, through a congressman, to gain access to Lincoln, who “turned out to have no knowledge whatsoever of the order, for it had not reached Washington.” Here is an excerpt from the overblown conversation Kaskel claimed to have had with Lincoln:

Lincoln: “And so the children of Israel were driven from the happy land of Canaan?”

Kaskel: “Yes, and that is why we have come unto Father Abraham’s bosom, asking protection.”

Lincoln: “And this protection they shall have at once.”

The real effects of Grant’s action took the form of similarly extreme, sometimes hyperbolic responses from American Jews. Suddenly everything about them, including the question of exactly what “American Jews” means in terms of allegiance, was part of the debate. Mr. Sarna delivers a careful, warts-and-all accounting of the ugliness surrounding all sides of this incident, right down to quoting the fearful, competitive, even hostile attitude some Jews held toward newly freed slaves. Lincoln’s Emancipation Proclamation had arrived on Jan. 1, 1863, right between the enforcement and revocation of Grant’s order.

“Historians, understandably, have played down this fear, not wishing to besmirch the reputations of some of American Jewry’s most illustrious leaders whose words, in retrospect, are painful to read,” Mr. Sarna writes.

“Painful” is an understatement.

One of the most egregious came from Isaac Leeser, editor of The Occident, a Jewish publication: “Why are tears shed for the sufferings of the African in his bondage, by which his moral condition has been immensely improved, in spite of all that may be alleged to the contrary, whereas for the Hebrews every one has words of contempt or acts of violence?”








Autor: Jonathan D. Sarna
Source: New York Times


News - Noticias 08 de Abril de 2012

Rocket from Sinai strikes Eilat
http://www.jta.org/news/article/2012/04/05/3092556/rocket-from-sinai-strikes-eilat

The Rabbi Is a Cop
http://online.wsj.com/article/SB10001424052702303299604577323762085351218.html

PM: Iran using talks to 'stall and decieve'
http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4213965,00.html

Qassam hits Sderot region
http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4213976,00.html

Netanyahu lays down three demands for Iran talks
http://www.jpost.com/IranianThreat/News/Article.aspx?id=265308

'Suspects stole donations for Holocaust survivors'
http://www.jpost.com/NationalNews/Article.aspx?id=265310

Dagan warns of dangers of current political system
http://www.jpost.com/DiplomacyAndPolitics/Article.aspx?id=265237

US sale of combat planes to Iraq concerns IDF
http://www.jpost.com/Defense/Article.aspx?id=265223

'NYT': Netanyahu, Romney friends for 36 years
http://www.jpost.com/USPresidentialrace/Article.aspx?id=265307

Clinton: Strike on Iran is ‘not in anyone’s interest’
http://www.jta.org/news/article/2012/04/04/3092547/clinton-strike-on-iran-is-not-in-anyones-interest

Don't count on Egypt
Op-ed: Rocket attack on Eilat looks like sign of things to come, Israel should hit Sinai terrorists
http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4213723,00.html

Iran rejects West's 'demands'
http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4213911,00.html