jueves, 4 de septiembre de 2008

EL TONTO EL PUEBLO





EL TONTO DEL PUEBLO

Por Rafael T.Perez
http://www.kolisraelorg.net

El vulgo no discrimina, no hay razón en la masa.
Cicerón


En la oscarizada e inmortal película de William Wyler, Ben-Hur, aparecen dos personajes que reflejan a la perfección a dos estratos de la sociedad, no solo de aquella época en la cual se basa el argumento del film, sino en todas y en cada una de las generaciones siguientes, la ficción no supera a la realidad, pero la expresa con todo lujo de detalles, no cabe duda.

Por un lado tenemos al personaje que interpreta magistralmente, como siempre, Charlton Heston, el judío Yehuda Ben-Hur, y por otro lado aparece otro personaje, igual de magistral Stephen Boyd y en el que interpreta a un Tribuno romano de nombre Mesala, que como todo buen antisemita siempre recurre al tópico de "hey y yo tengo un amigo judío", este Mesala ofrece a lo largo de toda la trama un sin fin de evidencias que demuestran todo lo contrario, de nuevo como todo buen antisemita, pasado, presente y futuro.

En primer lugar pretende comprar al ánimo y la fidelidad de su "amigo" judío que en este caso es Yehuda Ben-Hur, y este inconsciente judío, que había creído en que su amistad con el romano era verdadera, directamente se niega a colaborar en los planes de persecución y exterminio que, el tribuno Mesala, había pergeñado en el Palacio del emperador Tiberio o en los cuarteles de las legiones romanas allá en las proximidades del Tiber.
¿Cuál es la respuesta del "amigo" romano? esta no se hace esperar en la forma y modo habitual, amenazando de consecuencias terribles no solo a su "amigo" sino a toda la familia de su "amigo".

Y no ha de esperar mucho, llega el nuevo gobernador enviado por Roma a la tierra de Yehuda, actualmente Israel para los desmemoriados, y en su paso por la ciudad de Jerusalem va observando, siempre escoltado y defendido por una cohorte a su mando, va observando lo poco que los judíos quieren a los paganos, a los embusteros, a los asesinos y a los que haciendo de su capa un sayo, cometen toda clase actos de terror contra el pueblo judío en aras de su aniquilación o su sometimiento.
Ah pero la fortuna no le acompaña, al atravesar la calle donde vive Yehuda Ben-Hur y su familia, la hermana del protagonista se apoya sobre una teja que por estar suelta se precipita contra el cabezón del reciente llegado gobernador y lo tira del caballo.

Inmediatamente la escolta cierra la calle y todo lo que ocurrió después ya lo conocen, el antisemita Mesala se encargó concienzudamente en amargarle la vida a su "amigo" judío y de paso dar una lección a todo el pueblo de Israel.

Ah eso si, Mesala no contaba con que existe una justicia la cual no depende de designio humano alguno y el mal que le causó a Yehuda Ben-Hur se transformó en bien, en palabras del propio Mesala, "¿por arte de qué magia has logrado todo esto?", Tu fuiste el mago, Mesala -le contestará Ben-Hur- Tu me mandaste a galeras y el D-s de Israel hizo el resto.

El conflicto entre ambos no acabará aquí sino en la arena del circo y en una carrera de cuadrigas, deporte en el que Ben-Hur ha conseguido gran destreza y fama, primero corriendo para el Cónsul al que salvó la vida y quién lo adoptó como hijo, y segundo corriendo para un árabe liante que odiaba más a los romanos de lo que odiaba a los judíos.
Mesala prepara un carro al que se le han añadido unas ruedas muy especiales, bastará un leve contacto con el carro de otro competidor y las sierras de los ejes no solo destrozarán el carro sino que pondrán en grave riesgo la vida del contrincante.

La idea de Mesala es aniquilar a Yehuda Ben-Hur en algún momento de la carrera, pero de nuevo esa justicia que no depende de hombre alguno tomará las riendas, y nunca mejor dicho, Mesala caerá en su propia trampa y su odio lo consumirá. Finalmente y a las puertas de la muerte, llama a su "amigo" y no para pedirle perdón sino para contarle un secreto horrible sobre el estado de su madre y de su hermana, y del que él es el único responsable. Mesala, obviamente muere y el judío Yehuda Ben-Hur no solo ha recuperado su statu sino que lo ha aumentado y su estrecha relación con el Cónsul romano le ha permitido ampliar su horizonte.

Hasta aquí la ficción, hablemos de la realidad, ¿quién no tiene un amigo, un compañero de trabajo, un coincidente de ascensor o un familiar que, sin ser antisemita, siempre esté canturreando las típicas consignas de la izquierda? que si palestina libre, que si la ocupación de palestina, que si el sufrido pueblo palestino, que si los judíos son esto o lo otro, en definitiva el clásico tonto del pueblo que ejerce de altavoz de la propaganda pero nunca, nunca, nunca, ha invertido un minuto de su triste vida para confrontar las noticias o contrastar la información recibida, simplemente repite y repite como si fuera un loro lo que sus amos le han dictado que debía creer y debía difundir.

Así que cuando me encuentro con tipos como estos, y recientemente me he encontrado con otro, directamente escucho pacientemente todo lo que tiene que decir sin interrumpirle, en un par de días se le han agotado las consignas y la propaganda que traía bien aprendidas y es justo cuando empieza mi trabajo de desintoxicación ya que siempre queda al descubierto la ignorancia supina que tienen sobre este asunto. La propaganda y la consigna dejan paso a la realidad de los hechos, que para su desgracia suele ser tozuda.

Estos tontos de pueblo, más tontos cuanto más masa se consideren, se han tragado hasta las trancas toda esa propaganda de la izquierda, especialmente de la izquierda española tan proclive a corear "no a la guerra" cuando el enemigo a batir es el pueblo judío o el norteamericano y que guardan un enorme y ensordecedor silencio cuando las guerras las promueven sus amigos musulmanes o ex-soviéticos, estos tontos de pueblo, generalmente de izquierda, cuando de repente descubren que esos a quienes tanto quieren liberar y que tantas simpatías levantan entre sus filas no son sino una patulea de fascistas de los de antes, aunque en esta ocasión ya no portan los brazaletes rojos con la svastica sino la kufiya palestina, que tan de moda está entre la juventud de izquierdas, entre este trapo y la boina del CHE van super fashion a las manifestaciones (hi)-progresitas.

La experiencia es la madre de la ciencia, cuando descubren a quien están jaleando, animando y por quien están coreando todas esas consignas tan absurdas, irreales como alejadas totalmente de la ideología de izquierda, se les cae el ídolo, y algunos ciertamente se asustan y entienden a la perfección que han estado metiendo la pata y de que forma. O en otras palabras, asumen que se han comportado como el tonto del pueblo y se descubren a sí mismos en renuncia intelectual.

Dos días aguantando sus falacias, sus risas, sus ironías, sus críticas soeces e irracionales contra el pueblo judío e Israel dan paso a un silencio absoluto, se acabaron la "palestina libre", sus contras a la presunta ocupación de palestina, su poco clara defensa del sufrido pueblo palestino sin saber el por qué de su sufrimiento, que si los judíos son esto o lo otro.
Ya que muy pocos se han enterado que Gaza ya no está "ocupada" por esos pérfidos judíos pero ellos siguen manteniendo la propaganda de que tienen que salir de allí, cuando ya hace bastante tiempo que los dejaron solitos y las hordas palestinas la liaron parda, tanto como para que la sociedad palestina amordazada prefiera la "ocupación" a un desgobierno de terroristas islámicos desenfrenados y desaforados.

Es lo que tiene preferir vivir como un idiota útil a la masa que como un auténtico hombre librepensador, ¿la prueba más contundente? que quién se sale de esa masa de idiotas útiles a la consigna y a las directrices del pensamiento único rápidamente es marginado y no paran hasta haberlo expulsado por cometer el delito de pensar por sí mismo y confrontar la información.

Al final un Mesala moribundo, menos dado a pensar y aun menos a arrepentirse, le dice a su "amigo" judío Ben-Hur:
"Todavía hay mucho hombre en este cuerpo para que le puedas odiar"

En nuestro caso odiar a estos tontos de pueblo por dejarse manipular y no ejercer el humano y digno derecho a pensar por sí mismos, no tiene ningún sentido, la estupidez no es una enfermedad, aunque en algunos casos puntuales sea incurable, su silencio es la mejor evidencia de que el antídoto de la verdad histórica irrefutable ha hecho efecto en su cerebro, la batalla por esta verdad no está perdida del todo.


Se busca buena gente para construir un mundo


Rafael T.Perez
04 Septiembre 2008
http://www.kolisraelorg.net/

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