lunes, 29 de marzo de 2010

¿Podrá Sarah Palin evitar que EEUU abandone a Israel?





Si hubiera que destacar tres discursos de Sarah Palin, habría que remitirse a los que pronunció en septiembre de 2009 en Saint Paul (Minnesota) y Hong Kong, y al del pasado 6 de febrero en Nashville (Tennessee).

Con el primero de ellos se presentó ante la Convención Republicana y se hizo popular en todo el mundo; con el segundo regresó al primer plano de la política, luego de su dimisión como gobernadora de Alaska: además, acuñó el término common sense conservatives; el tercero representó la unión entre la ex candidata a la vicepresidencia de EEUU y el movimiento Tea Party, no en vano lo presentó en su convención.

Y si hubiera que quedarse con uno sólo, me decantaría sin dudarlo por el último, el más comprometido políticamente.¿Qué atuendo llevaba puesto para la ocasión? Pues un austero pero elegante traje de chaqueta oscuro en el que lo que más destacaba era... ¡el pin que lucía en la solapa con las banderas de Estados Unidos e Israel juntas!

Tradicionalmente, la relación entre Estados Unidos e Israel ha sido firme como una roca. Tanto, que si no fuera por la fortaleza del respaldo estadounidense a Israel, éste muy posiblemente ya no existiría. Abrumado por una superioridad demográfica árabe que le sobrepasa por todos los lados, el pequeño milagro israelí refulge en Oriente Medio como una luz en medio de la oscuridad, atrayendo todas las miradas, incluso las más cargadas de odio.

Hasta ahora nadie dudaba de ese apoyo norteamericano a Israel. Hasta ahora, o, por mejor, decir, hasta la llegada a la Casa Blanca del presidente Obama.Estamos asistiendo a una grave crisis diplomática entre Washington y Jerusalén; crisis causada por Estados Unidos a raíz del anuncio de Israel de que seguiría construyendo viviendas para sus ciudadanos en la capital. Rápidamente, algunos voceros de la Casa Blanca aprovecharon para cargar contra Israel, cuya actuación calificaron de "afrenta" e "insulto" a EEUU.

Y el mundo árabe asiste complacido al espectáculo.Lo peor es que no se trata del desafuero de un oscuro funcionario de la Casa Blanca, sino algo que parece va a ser la norma de la nueva administración: acusar siempre a Israel. Norma que no deja de resultar comprensible, si recordamos que el presidente de Estados Unidos se llama Hussein de segundo nombre (por mucho que trate de disimularlo) y que entre sus mentores políticos se ha contado gente como el difunto Edward Said.

No pretendo acusar al presidente Obama de antisemitismo. La verdad es que no creo que lo sea. Pero sí le acuso de partidismo en una cuestión, la de Oriente Medio, en la que lo más fácil es pensar que todo se resolvería simplemente con que Israel no existiera. Entonces, todo el mundo sería feliz y no habría ni refugiados palestinos ni terrorismo islámico.
Cosas que pasan cuando uno pretende ser más inteligente de lo que es en realidad y encima está acostumbrado al método izquierdista de resolución de problemas mundiales: leer el periódico y echar las culpas a la parte que tiene mala prensa.

Si el presidente Obama no es ya un apoyo para Jerusalén, ¿en qué político norteamericano pueden confiar los israelíes? Pues en Sarah Palin. Ella es la única que se está oponiendo frontalmente a la política exterior de la administración Obama: apoya a Israel y se niega a asumir la existencia de un Irán dotado de armas nucleares.
El presidente da pasos y más pasos en la mala dirección; es la claridad de los argumentos de Sarah Palin, que no deja de ponerle en evidencia, lo que sin duda le está impidiendo dar el paso definitivo y abandonar Israel a su suerte.

Ya no es sólo que Sarah Palin haga públicas sus opiniones a favor de Israel en su página de Facebook, con todo lo que eso implica de inmediata repercusión en la opinión pública, no sólo estadounidense sino mundial, sino que es su propio historial en sus relaciones con los judíos de Alaska lo que nos ofrece todas las pruebas necesarias de la sinceridad de la ex gobernadora en esta cuestión.
Y si no, que se lo pregunten al rabí Yosef Greenberg, quien, luego de 17 años de residencia en Alaska, durante la campaña para las presidenciales dijo que, con Palin, el pueblo judío y el estado de Israel tendrían "una gran amiga y admiradora en la Casa Blanca".

Tan gran amiga que, por ejemplo, siendo alcaldesa de Wasilla, quiso acudir a la inauguración de la nueva sinagoga de la ciudad a pesar de que ningún miembro de la congregación había caído en invitarla. Y tan admiradora como para hacer pública, en mayo de 2008 y como gobernadora, una declaración oficial en la que celebraba el 60º aniversario de la fundación del estado de Israel.Estos son gestos que, de haber querido, podría haberlos evitado, pero no quiso.

Antes al contrario, estuvo encantada de hacerlos y de que se conocieran. Como estuvo encantada de lucir un pin con las banderas estadounidense e israelí en un lugar en que nadie las habría echado en falta si no las hubiera llevado. Ya sabemos que obras son amores y no buenas razones, y Sarah Palin ha demostrado su amor por Israel.
Ahora ha tomado la defensa de ese amor, que ha sido siempre el de su país, y la ha incluido entre las cuestiones que considera de cajón, "de sentido común", dando así al apoyo a Israel un significado político que muy posiblemente no haya tenido entre los estadounidenses desde los tiempos de Golda Meir y Moshé Dayán.

¿Sabrán los estadounidenses hacer suyo ese apoyo y advertir a sus dirigentes de que ese camino en el que están empeñados no lleva a la paz sino, antes al contrario, a la guerra? ¿Podrá Sarah Palin evitar que Estados Unidos abandone a Israel? ¿Celebrará el estado de Israel el centenario de su fundación? Yo confío en que sí. Confiemos todos juntos, pues.

© Semanario Atlántico
Autor: Bob Moosecon Conservador en Alaska.

Fuente: Libertad Digital

lunes, 1 de marzo de 2010

De judeofobia española




En España sucede un fenómeno curioso, la mayoría de los españoles conservan en su acervo común un odio cinco veces centenario a la vez que cinco veces centenariamente estúpido. Todavía después de cinco siglos desde la expulsión, pueden escucharse los viejos tópicos contra los judíos, que no reproduciré aquí porque la noticia es otra, no obstante este hecho refleja como el antisemitismo está muy arraigado en la psique del español medio, tan medio que de esté estado pasa a mediocre.

Entre las clases altas (por llamarlas de alguna manera) la judeofobia española es más sofisticada, odian a los judíos sin más y a pesar de la información veraz que conocen perfectamente pero que prefieren ignorar porque esa no conviene, es decir, la información que situa al judío en el lugar que le corresponde por justicia, primeramente histórica y en segundo lugar por la pura razón de las evidencias es, directamente rechazada porque no se ajusta a su odio visceral contra los judíos.
En otras palabras, cuando descubren la futilidad, fragilidad y falta de razón del argumento y del discurso clásico del judeófobo.

Entre las clases medias (mediocres) la información brilla por su ausencia, se nutre de panfletos y de consignas, y sobre todo de tópicos medievales, el judeófobo español de este nivel detesta pensar, le aburre analizar los hechos, por ello prefiere que todo se lo den cuanto más digerido mejor, así le ahorran tiempo, no sea que por pensar demasiado se le queme el seso.

Así que acude con la voracidad de un depredador a aquellos medios donde los judíos son presentados como demonios, el concepto de judío moderno "malo y perverso" encaja a la perfección con el modelo preasumido por su acervo cultural, es que ni si quiera se molestará en investigar si los tópicos que defiende resultaron todos falsos y por ellos murieron miles de inocentes a lo largo de la historia, asesinados, además, por imbéciles integrales como él mismo. Dará por hecho todo lo que sea contra los judíos, porque las dos o tres neuronas que posee están saturadas de un odio ancestral, irracional por demás, pero ancestral.

El judeófobo español odia más al "moro" y últimamente con los desaguisados que va causando el islam allí por donde pasa todavía con mayor fruicción, de hecho el judeófobo sabe que "el moro" conquistó y sojuzgó España por 700 años, los mismos que les costó echarlos a patadas, y conserva todavía en la memoria que "el moro" fue de todo menos amistoso. No se crean el mito fantasmagórico de la España de las tres culturas porque eso nunca existió.

Sin embargo e inexplicablemente, el desmemoriado español de hoy prefiere odiar de manera vergonzosa a los judíos, a Israel y a todo lo que tenga que ver con el estado de Israel o con la vida judía, y eso a pesar de que el pueblo judío, cuya presencia en España se remonta al menos a dos mil años atrás (algunos historiadores incluso apuntan a más tiempo) nunca conquistó, sojuzgó o dominó sobre territorio español alguno. Incluso hubo ejércitos de "judíos" que combatieron junto a ejércitos de reyes cristianos, mejor dicho, mesnadas formadas exclusivamente por judíos al servicio del rey. No, no porque los judíos no quisieran combatir hombro con hombro junto a los "cristianos" sino porque estos detestaban luchar junto a los judíos. La historia es larga...y tampoco esto tiene que ver con la noticia. Lo que tiene que ver con la noticia es la estupidez y el retraso intelectual (por no decir mental) del judeófobo español.

Vive inmerso en una realidad que concluyó en el siglo XVI, la presencia judía en España se limitó a los criptojudíos (de los que hay miles si no unos cuantos cientos de miles) y poco más, el resto optó por hacer las maletas y largarse lo más lejos posible de la inquisición y de los españoles, algunos hasta lo consiguieron. Los que optaron por quedarse y enfrentar a la bestia sufrieron un holocausto que duró siglos, ni siquiera se acabó con la abolición de la inquisición el 15 de julio de 1834.

Desde1242 la inquisición causó estragos entre las comunidades judías, pero fue en 1478 cuando los reyes católicos la "refundaron" para la iglesia, institución que ya arrostraba una muy densa y larga experiencia en la demonización de los judíos, hasta 1834 la iglesia y la inquisición española se encargaron de envenenar la sangre de los españoles, tarea fácil ya que estos se habían habituado al veneno del antisemitismo desde hacia siglos, lo saboreaban en los sermones de los púlpitos de las iglesias, lo masticaban en los "mítines" que por doquier ofrecían los frailes, lo mascaban en las fiestas cristianas cuando salían en ordas interminables a destrozar bienes, haciendas y vidas judías al grito de lo grande que era cristo (¿les suena?)...

Y mientras tanto, el gobierno socialista español calla ante las cada vez más numerosas muestras públicas de antisemitismo y judeofobia en España, algo que el partido socialista en el poder ha estado alimentando desde que Zapatero dijo aquello de: "Si ganamos las elecciones, nos adheriremos a la causa árabe".

No es de extrañar que 500 años después los españoles todavía recurran a tópicos que solo pueden permanecer fijados si la mente de quien los escupe es una mente medieval. Y hoy nos vienen otros con que la inquisición en absoluto fue lo que dicen que fue...una vez más el peso de la evidencia sugiere lo contrario.

Rafael T.Perez
kolisraelorg.net


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