domingo, 14 de diciembre de 2008

El objetivo es Occidente.






Preparémonos para sufrir

El gran periodista Carlos Herrera nos describe en este artículo, lo que supuestamente se esconde detrás de los atentados en Bombay.

LOS asesinos que se han cobrado la vida de más de cien personas en los atentados de Bombay pertenecen, según todos los indicios, a la feroz disciplina del terrorismo islamista.
Algunos lo llaman terrorismo internacional, supongo que para no molestar.

Las causas concretas que los terroristas sostenían contra las personas a las que acribillaron a balazos, a las que no conocían, se escapan a mi conocimiento. Los motivos de la elección de los hoteles en los que actuaron, también.
Sin embargo, tanto las autoridades hindúes como todos los demás, sabemos que pocas excusas les son necesarias a chusma como la descrita para abatir vidas indiscriminadamente si sospechan que con ellas se cobran almas de disciplina occidental.

El objetivo, como en Atocha, como en el metro de Londres, como en las Torres Gemelas, somos usted y yo, los infieles, la carne de fatwa, los hijos de Satán, los hacedores del mal.
El objetivo es Occidente. Y aunque a algunos de los que forman parte de Occidente les pese, Occidente somos aquellos que defendemos un modelo de libertades elementales que pasa por delimitar, incluso con el uso legítimo de la fuerza, la expansión de la intolerancia religiosa y de los regímenes medievales de ideología totalitaria.

Entienda usted de una vez que su modelo de vida resulta intolerable para quienes conciben la existencia como un noviciado con la muerte perpetua. De nada sirve que sea un probo ciudadano que jamás se metió con nadie, que va a trabajar y vuelve de su ocupación con el único afán de compartir la cena con su pareja y besar a sus hijos en la frente antes de dormir: usted es el culpable de la tortura mental que supuestamente padece una civilización que aún no ha dado el salto a la edad moderna.

Y debe morir por ello.En pocas palabras: estamos en guerra. Por mucho que le incomode a las melífluas mentes acomodaticias que consideran que todo es producto de supuestas injusticias consecuentes de un mal reparto de la riqueza, los ciudadanos occidentales somos el objetivo final de los iluminados talibanes de la fe.

El video en el que se representa, mediante banderas, el grupo de países «culpables», incluida España, es toda una declaración belicista de lo que nos espera.Combatir en Afganistán a unos animales que han pretendido someter al mundo mediante el uso indiscriminado del terror significa formar parte de la carne de cañón. A esos animales no se les puede conceder un solo metro de ventaja: por muchos paños calientes que se manejen en la política internacional, sea en forma de Alianza de Civilizaciones o de tonterías semejantes, siempre atacarán.

Antes o después atacarán.De ello se desprende que la única solución es derrotarlos; lo cual puede significar un fracaso de la capacidad humana para el entendimiento, para la diplomacia, para la negociación, pero significa también que no hay espacios angelicales en los que la bondad domeñe a la fiera con buenas intenciones o con palabras llenas de voluntad apaciguadora.

En ese sentido, el gesto del presidente electo norteamericano, Barak Obama, de mantener en su puesto al mismo secretario de defensa de la Administración Bush es un claro mensaje a los hacedores del mal para que nadie tenga dudas: el objetivo sigue siendo el mismo, acabar con ellos por encima de diferencias de matiz.España, tan tristemente acostumbrada a la metralla y a la sangre inocente como consecuencia del terrorismo nacionalista vasco, no debe dudar ni un instante en colaborar en la extinción del fuego asesino de los enemigos de todo un modelo de sociedad.

Resulta reconfortante que el Gobierno de Rodríguez Zapatero no haya dudado en mantener su posición al lado de quienes defienden la soberanía de Occidente.

Puede que nos traiga consecuencias, pero mejor será defender nuestras convicciones que ocultarnos en la cueva de los cobardes.Eso sí, preparémonos para sufrir.

ABC.es

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