sábado, 26 de diciembre de 2009

El lugar de la esperanza

Hay muchos muros levantados alrededor del mundo, muros de verdad, algunos colosales de piedra, cemento, ladrillo, metal.
Y los hay mucho más letales para la vida que el tradicional de alambre de espino, muros tras los cuales a un lado queda la tragedia y al otro se defienden los derechos de unos pocos. Y sin embargo, al mundo únicamente le preocupa aquel que separa la muerte de la vida. El que separa a Israel, no de esa "palestina" ficticia creada ex nihilo como pendón del odio y cauce sombrío por donde se canaliza la animadversión irracional de un conjunto de naciones y pueblos bajo una misma religión, un mismo credo, con una sola consigna y un sólo objetivo. Al mundo le preocupa el que separa a Israel de su destino, o mejor dicho, del destino que unos le desean y otros le preparan, del destino aclamado por unos que sobrevive gracias al silencio cómplice de los otros, cuando no es apoyado sin la menor vergüenza y con el mayor descaro. El lugar de la esperanza de un pueblo que a lo largo de los siglos lo intentó todo por ser como los demás pueblos, y no le dejaron. Ese lugar de la esperanza ¿dónde está ahora?.

Hay muchas guerras sangrantes alrededor del mundo, guerras de verdad donde el caos absoluto gobierna a los hombres, y el hambre y la enfermedad se extienden como un manto de muerte. Guerras donde la intolerancia ocupa el trono y a los que subyuga los condena a la miseria moral, intelectual, espiritual y humana. Gobiernos y reyes asesinos de sus pueblos que se sientan en las cómodas butacas del Consejo de las Naciones Unidas y catequizan sobre los derechos humanos para otros mientras les niegan a los propios, incluso, el derecho inalienable de todo hombre, el de la libertad. Naciones que toman esclavos, las mujeres son maltratadas, violentadas, vendidas, donde las familias son separadas, los pueblos empujados lejos de sus hogares, y las gentes son torturadas y donde son barridas para siempre aldeas enteras de la faz de la tierra.
Pero al mundo solo le preocupa una guerra, aquella que intenta determinar si la cultura de la vida es mejor que la "incultura" de la muerte, y posee por ello mayor derecho a imponerse sobre las sombras exánimes del odio.
Este mundo, de esta guerra, solo detesta que quien tiene la experiencia de haber pasado por la muerte, se niegue ahora a volver a las cámaras de gas sin defenderse.
El lugar de la esperanza de un pueblo que lo intenta todo por ser como los demás pueblos, y no le dejan. Ese lugar de la esperanza ¿dónde está ahora?.

Por todo el mundo sinagogas son asaltadas y destrozadas, cementerios judíos son profanados, personas atacadas solo por ser judías, derechos conculcados en esos paraísos de intolerancia política y religiosa, protestas contra el creciente antisemitismo son ignoradas y a este mundo solo le preocupa lo que haga Israel por defender su derecho a existir y a sobrevivir una vez más. Israel levanta una valla de defensa para impedir que terroristas palestinos puedan cometer sus crímenes, y el mundo ladra, y aúlla y condena, Egipto levanta un muro mayor y más profundo para separarse del terrorismo de sus propios hermanos, y el mundo calla. Judíos destrozan una mezquita y el mundo ladra, y aúlla y condena. Musulmanes arrasan la sinagoga de Hebrón y la tumba de Iosef, y el mundo calla, destrozan y profanan cementerios judíos y el mundo calla, queman sinagogas y el mundo calla. Un padre de siete hijos es asesinado en Shomrom y el mundo calla...un terrorista "palestino" es arrestado por guardias de frontera impidiendo así un cruel y sangriento atentado, y el mundo ladra, y aúlla y condena a Israel por "oprimir" al "oprimido" pueblo "palestino".

Diariamente entran en Gaza toneladas de bienes de consumo, comida, gasolina, medicinas...y el mundo calla, mientras que aldeas en Israel no pueden disponer de luz para iluminar sus casas ni de energía para calentarse en el invierno, y esta vez si el mundo aplaude, porque el gobierno de Israel se aviene a ser como los demás pueblos, si, como los demás pueblos donde el derecho y la justicia están retorcidos y donde se pone al vil en el trono y al justo en el patíbulo.
El lugar de la esperanza de un pueblo que lo intenta todo por ser como los demás pueblos, y nada más le permiten que ceder y ceder y ceder para que alcance una paz imposible. Ese lugar de la esperanza ¿dónde está ahora?.

Se condena a quienes defienden el derecho del pueblo judío a vivir en paz en la tierra, ya no solo en la tierra de Israel, que es la suya, la nuestra, sino en la tierra como planeta común donde estamos concernidos a entendernos algún día. El mundo los condena, nada nuevo bajo el sol, pero lo peor es cuando el propio gobierno de Israel los condena, ¿qué hubiera sido de cada judío hoy si a lo largo de la historia un gobierno de Israel hubiera condenado a todos aquellos que se negaron a rendirse frente a enemigos que albergaban en su interior el mismo odio que cada uno de nuestros actuales enemigos? Ah quisiera D-s que no existiera un hombre en la tierra que fuera nuestro enemigo...ese odio contiene una marca genética que pasa de padres a hijos, estaba presente cuando los pozos de agua que había abierto Avraham fueron cegados por el odio de los enemigos de Yitzjak, ese odio estaba presente en los enemigos de Gideon, y estaba presente en los enemigos de David, y lo estuvo en tiempos del imperio griego cuando los Hasmonaim tuvieron que decidir entre luchar por la libertad del pueblo judío o desaparecer como desaparecieron otros pueblos absorbidos por la apisonadora de Atenas.
Es el mismo odio irracional, monstruoso, que llevó a Roma a aplastar definitivamente el espíritu inconformista judío y a destrozar para siempre el maldito apego que tenemos los judíos por la libertad.
Ese odio ha estado presente durante siglos y está presente hoy, porque es el mismo, pero también es el mismo, nuestro afán por ser libres en nuestra propia tierra.

¿Podemos acaso imaginar que habría sido del pueblo judío si David (o tantos y tantos otros) no solo hubieran sucumbido al deseo de las naciones, sino aun peor, al de sus propios generales y gobernantes? Si David no hubiera enfrentado a aquel enemigo cruel, hoy tal vez, todos seríamos filisteos. ¿Y el mundo hubiera sido mejor? ¿se habrían acabado las guerras? No, porque la maldad del hombre no tiene que ver con la identidad individual sino con los deseos y las ideologías perversas.
Si David hubiera fracasado, hoy todos seríamos filisteos si, pero seguiríamos teniendo el mismo problema con el mundo islámico, todo sería igual excepto por un pequeño detalle, habríamos perdido para siempre el conocimiento de lo que somos, de lo que fuimos, y de lo que llegaremos a ser en el futuro.
El pueblo que jamás será contado entre las naciones, porque nuestro destino es la eternidad.

La tierra está moribunda, que no se quebrante el derecho, que se persiga la justicia porque el pueblo judío ha conocido muchos cementerios a lo largo de la historia.

Como escribiera Mariano José de Larra en "Fígaro en el cementerio" pensando en una España moribunda, acaso pueda escribirse ahora sobre un Israel rodeado de malas bestias por un lado, de peores conciencias por el otro y de malditos desmemoriados por todas partes.

Una nube sombría lo envolvió todo. Era la noche. El frío de la noche helaba mis venas. Quise salir violentamente del horrible cementerio. Quise refugiarme en mi propio corazón, lleno no ha mucho de vida, de ilusiones, de deseos.
¡Santo cielo! También otro cementerio. Mi corazón no es más que otro sepulcro. ¿Qué dice? Leamos.
¿Quién ha muerto en él? ¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza!
¡Silencio, silencio!


Se busca buena gente para construir un mundo
Rafael T.Perez
25 de diciembre de 2009
www.kolisraelorg.net

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